La euforia del momento se transformó en angustia. El ritmo contagioso de "Quevedo: Bzrp Music Sessions, Vol. 52", el hit que resonaba en el Palacio de los Deportes, impulsaba a la multitud a saltar y vibrar al unísono con Quevedo. En la Sección C, la energía era palpable, casi eléctrica. Nadie imaginaba que en la cima de esa explosión de alegría, la estructura cedería. Diego Muñoz, de 23 años, lo recuerda con una precisión escalofriante. El estruendo, inicialmente confundido con la caída de una silla, se reveló como algo mucho más grave. Un hueco зияющий en las gradas, justo detrás de él. Tres personas se precipitaron al vacío en la Fila M, justo debajo de su ubicación en la Fila L. La escena, grabada a fuego en su memoria, contrasta con la vibrante atmósfera de momentos antes.

El triplay que cubría el piso de las gradas, incapaz de soportar la euforia colectiva desatada por el propio Quevedo al pedirles que dieran "toda su energía", se fracturó. Dos cuerpos yacían en el suelo, una pareja, según el relato de Diego. La rápida intervención de algunos asistentes, seguida por la llegada de personal de seguridad y acomodadores, intentó contener el caos. Sin embargo, la premura por desalojar el recinto, casi al finalizar el concierto, dejó una sensación de improvisación y desamparo. Mientras los paramédicos atendían a los heridos, el personal del Palacio de los Deportes se apresuraba a cubrir el boquete con sillas, una imagen que habla por sí sola de la fragilidad de la estructura y la urgencia por ocultar el incidente.

La amargura del final contrastó con la emoción del concierto. Diego, quien pagó 1,600 pesos por su boleto, expresa su indignación. No se trata solo del dinero, sino de la confianza depositada en un evento de esta magnitud. La pregunta que queda flotando en el aire es: ¿se revisó la seguridad de estas estructuras temporales antes del concierto? ¿Estaban preparadas para soportar la energía de un público entregado a la música? La experiencia de Diego y su acompañante, un cóctel de adrenalina y decepción, refleja la preocupación de muchos asistentes. ¿Qué garantías tenemos los espectadores de que estos incidentes no se repetirán? ¿Quién asume la responsabilidad de la seguridad en eventos masivos como este? El incidente en el concierto de Quevedo no es un caso aislado. Sirve como un llamado de atención sobre la importancia de la prevención y la responsabilidad de los organizadores en garantizar la seguridad de todos los asistentes. Más allá de la música y el espectáculo, la seguridad debe ser la prioridad. La emoción de un concierto no puede, ni debe, terminar en tragedia.