
Inicio > Noticias > Psicología
24 de abril de 2025 a las 09:15
Deja de tropezar: Aprende a romper el ciclo.
Adentrémonos en el laberinto de la mente, donde los fantasmas del pasado se disfrazan de presente. Esa sensación inquietante de "ya estoy aquí otra vez", como si una fuerza invisible nos empujara a repetir patrones, a tropezar con la misma piedra, aunque hayamos jurado no volver a hacerlo. No se trata de simple torpeza, ni de un capricho del destino, sino de la poderosa influencia de nuestro inconsciente, un territorio donde el pasado no se archiva pulcramente, sino que late, insiste y se manifiesta en actos que escapan a nuestra voluntad consciente.
Es la compulsión a la repetición, como la denominó Freud: una tendencia a reeditar situaciones dolorosas, no por masoquismo, sino por una incapacidad de procesarlas simbólicamente. Imaginen una herida que no cicatriza porque un cuerpo extraño impide su curación. Ese cuerpo extraño es la experiencia no elaborada, el trauma que no ha encontrado su cauce en la palabra, en la representación mental. La repetición es un intento, aunque fallido, de sanar esa herida, de dar sentido a lo vivido, de buscar un desenlace diferente.
Pero, ¿cómo cambiar el final si el escenario interno, el guion inconsciente, permanece intacto? Volvemos a interpretar el mismo papel, con diferentes actores y vestuario, pero la trama esencial, el conflicto no resuelto, se mantiene. Nos aferramos a la ilusión de que esta vez será diferente, pero la estructura psíquica, moldeada por experiencias tempranas, nos conduce inevitablemente al mismo resultado. No repetimos lo que deseamos, sino lo que no hemos podido elaborar, lo que permanece enquistado en las profundidades de nuestro ser.
La clave no reside en una prohibición voluntarista de repetir, una lucha infructuosa contra fuerzas inconscientes. La verdadera transformación surge de la comprensión. ¿Qué se repite? ¿Para quién? ¿Por qué? Estas preguntas, exploradas en el espacio terapéutico, permiten desentrañar la madeja de la repetición. El análisis funciona como un espejo que refleja nuestros patrones inconscientes, dándoles forma, nombre y sentido. En la transferencia, la repetición se escenifica, se hace presente, pero ya no como una fuerza ciega, sino como un objeto de estudio, un texto que podemos leer e interpretar.
La palabra, la escucha atenta del analista, actúa como un bálsamo sobre la herida no cicatrizada. Lo que antes era destino, una condena a repetir, se convierte en historia, en narrativa. El acto compulsivo se transforma en recuerdo, en experiencia integrada a nuestra biografía. Ya no actuamos ciegamente, sino que podemos hablar, comprender y, finalmente, elegir. Porque comprender no nos exime de tropezar, pero nos permite, por primera vez, ver la piedra, reconocerla y, quizás, en el futuro, esquivarla. El camino hacia la libertad emocional no consiste en negar la repetición, sino en abrazarla, comprenderla y, finalmente, trascenderla.
Fuente: El Heraldo de México