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24 de abril de 2025 a las 19:35

Caos en concierto de Quevedo: Gradas colapsan

La noche del miércoles, el Palacio de los Deportes vibró al ritmo de Quevedo, pero la euforia se transformó en angustia. Imágenes que circulan en redes sociales muestran el instante preciso en que una sección de las gradas cede, precipitando a tres asistentes al vacío. La escena, capturada desde distintos ángulos por los celulares del público, es impactante: la música se funde con gritos de sorpresa y preocupación, mientras otros asistentes intentan auxiliar a los caídos. Un hueco oscuro en la estructura de las gradas evidencia la magnitud del incidente.

El eco del reciente accidente en el Festival AXE Ceremonia, donde dos fotógrafos perdieron la vida tras la caída de una estructura metálica, resuena con fuerza. La tragedia vuelve a poner sobre la mesa la precariedad de la seguridad en los eventos masivos en el país. En redes sociales, la indignación es palpable. Muchos usuarios expresan su temor y cuestionan la responsabilidad de las autoridades y organizadores. "¿Hasta cuándo?", se preguntan algunos, mientras otros comparten experiencias personales de eventos con deficiencias de seguridad. La etiqueta #SeguridadEnConciertos se ha convertido en un clamor colectivo que exige medidas concretas.

Ocesa, la empresa organizadora del concierto de Quevedo, emitió un comunicado lamentando lo sucedido y asegurando que las tres personas afectadas recibieron atención médica inmediata y fueron dadas de alta en la madrugada. Sin embargo, este comunicado no ha aplacado la inquietud. La falta de información detallada sobre las causas del colapso y las medidas que se tomarán para prevenir futuros incidentes alimenta la desconfianza. La promesa de un compromiso con la seguridad suena hueca ante la evidencia de los videos y el recuerdo aún fresco de la tragedia del AXE Ceremonia.

¿Se trata de casos aislados o de una problemática sistémica? ¿Qué papel juegan las autoridades en la supervisión de estos eventos? ¿Son suficientes los protocolos de seguridad actuales? Estas son algunas de las preguntas que exigen respuestas. La presión social aumenta y la exigencia de una investigación exhaustiva y transparente se hace cada vez más fuerte. La vida de los asistentes no puede depender de la suerte. La música debe ser sinónimo de alegría, no de tragedia. Es imperativo que las autoridades y los organizadores asuman su responsabilidad y garanticen la seguridad de todos los que asisten a estos eventos.

Mientras tanto, la incertidumbre persiste. ¿Qué pasará con las víctimas? ¿Recibirán el apoyo necesario para su recuperación física y emocional? ¿Se implementarán cambios reales en la organización de eventos masivos? El futuro de la industria del entretenimiento en México depende de las respuestas a estas preguntas. El público exige un cambio y espera que las autoridades estén a la altura del desafío. La música no puede callar ante la tragedia, pero tampoco puede ser cómplice de la negligencia.

El análisis de los videos compartidos en redes sociales por los asistentes al concierto abre nuevas interrogantes. Algunos usuarios señalan la aparente sobrecarga en la zona afectada de las gradas. Otros cuestionan la calidad de los materiales utilizados en la construcción de la estructura. Estas observaciones, aunque preliminares, demandan una investigación a fondo por parte de peritos especializados.

La ausencia de información oficial detallada sobre el estado de salud de las víctimas también genera preocupación. Si bien Ocesa afirma que fueron dadas de alta, la falta de transparencia en este aspecto alimenta las especulaciones y la desconfianza. Es crucial que se proporcione información precisa y veraz para tranquilizar a la opinión pública y garantizar que se está brindando la atención necesaria a los afectados.

La comparación con otros incidentes similares en el pasado, como el del Festival Vive Latino en 2007, donde también se registró el colapso de una grada, revela una preocupante tendencia. ¿Estamos aprendiendo de los errores del pasado? ¿O estamos condenados a repetirlos? La respuesta a esta pregunta está en manos de las autoridades y los organizadores. La seguridad no puede ser un tema secundario, debe ser una prioridad absoluta.

Fuente: El Heraldo de México