
23 de abril de 2025 a las 09:20
¿Sobrevivirá el T-MEC?
La sombra de la incertidumbre se cierne sobre el Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). A tan solo tres meses del inicio del segundo mandato de Donald Trump, sus acciones y declaraciones respecto a sus socios comerciales han sumido al acuerdo en un estado de animación suspendida, rozando la agonía. La imposición de aranceles a Canadá y México no solo socava la letra del T-MEC, sino también su espíritu, generando un clima de incertidumbre en torno a una estrategia económica que parece descifrable únicamente para el propio Trump.
Esta situación evoca, para muchos analistas, el fantasma de la Guerra de Vietnam. Un conflicto en el que Estados Unidos se involucró por motivaciones ideológicas y geopolíticas, pero que terminó erosionando la unidad interna del país y poniendo en tela de juicio su fiabilidad tanto a nivel nacional como internacional. La guerra comercial desatada por Trump, con la imposición indiscriminada de aranceles a prácticamente todo el mundo, se percibe, según el prestigioso Petersen Institute for International Economics, como un conflicto de naturaleza similar, especialmente en lo que respecta al enfrentamiento con China.
Para los expertos en economía, esta es una batalla que Estados Unidos no está en condiciones de ganar. Mucho menos cuando se acompaña de fricciones y enemistades con el resto del mundo, incluyendo a aquellos que históricamente han sido sus aliados más cercanos. El análisis del Petersen Institute for International Economics subraya que Estados Unidos depende de China para la obtención de bienes vitales que no pueden ser reemplazados a corto plazo. Si bien reducir esta dependencia puede ser un objetivo legítimo, librar una guerra comercial antes de haber asegurado alternativas de suministro es una receta para el desastre, con un coste potencialmente desorbitado. La lógica es simple: Estados Unidos exporta a China principalmente productos agrícolas y materias primas, mientras que China exporta productos manufacturados y electrónicos. China tiene la capacidad de buscar otros proveedores; Estados Unidos, en cambio, encontrará alternativas con mucha mayor dificultad.
Las decisiones caprichosas de la administración Trump, como la imposición de aumentos significativos en los impuestos a las importaciones, generan una gran incertidumbre en las cadenas de suministro de los fabricantes. Esta incertidumbre se traduce en una reducción de la inversión en Estados Unidos y un consecuente aumento en las tasas de interés de su deuda. El impacto de una reducción drástica, o incluso la eliminación total, de las importaciones procedentes de China, tal como pretende Trump, podría desencadenar un escenario de estanflación, la pesadilla macroeconómica que se vivió en la década de 1970 y durante la pandemia de COVID-19, caracterizada por la contracción económica y el aumento simultáneo de la inflación.
La incertidumbre también se extiende a la relación de Estados Unidos con sus principales socios comerciales, Canadá y México, con quienes mantiene un acuerdo que debe ser revisado en 2026. Esta alianza podría, o pudo haber sido, la base para competir con China, país que en los últimos 50 años se ha convertido en la "fábrica del mundo", gracias, en parte, a su mano de obra barata, al apoyo estadounidense y a una estrategia económica a largo plazo. ¿Qué planes tiene la administración Trump para el futuro de esta crucial relación? Esa es la pregunta que se cierne sobre el horizonte, cargada de inquietud y expectativa. El futuro del T-MEC, y de la economía global, pende de un hilo.
Fuente: El Heraldo de México