La inesperada revelación de la entrevista póstuma del Papa Francisco ha conmovido al mundo y ha abierto una ventana sin precedentes a la intimidad del hombre detrás de la sotana. Más allá de la figura pontificia, se revela un Jorge Mario Bergoglio de carne y hueso, con sus miedos, sus neurosis y una profunda sensibilidad ante el sufrimiento humano. La decisión del Santo Padre de postergar la publicación hasta después de su fallecimiento añade un aura de misterio y solemnidad a sus palabras, convirtiendo esta entrevista en un testimonio histórico de incalculable valor.

La confesión sobre su terapia psicológica durante la dictadura argentina es un acto de valentía y transparencia pocas veces visto en una figura de tal envergadura. En un contexto de represión y violencia, Bergoglio, entonces provincial jesuita, se vio enfrentado a dilemas morales y presiones extremas que lo llevaron a buscar ayuda profesional. Este gesto humaniza la figura papal y desestigmatiza la búsqueda de apoyo psicológico, un tema aún tabú en muchos sectores de la sociedad. La descripción de la psiquiatra como una "gran mujer" que le brindó herramientas para gestionar sus temores, subraya la importancia del acompañamiento terapéutico en momentos de crisis.

Su reflexión sobre las neurosis, lejos de ser una confesión de debilidad, se presenta como una aceptación de la propia condición humana. La imagen poética de "cebarle mate a la neurosis" refleja una sabiduría profunda y una capacidad de convivir con las propias limitaciones. La recomendación de escuchar a Bach o aplicar el proverbio "vísteme despacio que estoy apurado" para controlar la ansiedad, ofrece consejos prácticos y accesibles a todos. Su afirmación de que la psicología es esencial en la pastoral, incluso sugiriendo que todo sacerdote debería estudiarla, es una propuesta revolucionaria que invita a la Iglesia a una mayor comprensión de la complejidad humana.

El relato del cónclave de 2013, narrado con una serenidad conmovedora, desmitifica el proceso de elección papal. La ausencia de ansiedad, la paz interior y el sueño reparador antes de la votación decisiva, contrastan con la imagen de un proceso lleno de tensiones e intrigas. La intervención del Cardenal Hummes, con su frase "No te olvides de los pobres", se presenta como un momento epifánico que marcó el destino de Bergoglio y inspiró su nombre papal: Francisco. Este detalle revela la profunda sensibilidad social que caracterizaría su pontificado.

La apertura sobre su salud física, detallando sus dolencias y cirugías, muestra a un hombre que enfrentó la adversidad con disciplina y fortaleza. A pesar de sus problemas de columna, el pie plano y las cirugías en el pulmón y la vesícula, Francisco mantenía una rutina rigurosa y una vitalidad envidiable. Su capacidad de dormir "como un tronco" sin medicación y sus sueños placenteros, reflejan una paz interior y una buena salud mental.

Finalmente, la confesión sobre sus momentos de tristeza, vinculados a pérdidas personales y acontecimientos históricos traumáticos, reafirma su humanidad y su capacidad de empatía. Su respuesta contundente sobre lo que le afligía: "El dolor ajeno", especialmente el sufrimiento de los niños hambrientos y los ancianos abandonados, sintetiza la esencia de su mensaje y su legado como pastor universal. Esta entrevista póstuma, más que una revelación de secretos, es una lección de vida, una invitación a la reflexión y una oportunidad para conocer al hombre detrás del mito.