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23 de abril de 2025 a las 09:15

Música que sana, música que mata: ¿Corridos tumbados?

La música, ese lenguaje universal que trasciende fronteras y épocas, ha sido siempre un espejo de la sociedad, un reflejo de sus anhelos, sus miedos y sus contradicciones. Desde los cantos ancestrales alrededor del fuego hasta las complejas composiciones sinfónicas, la música nos ha acompañado, moldeando nuestra identidad y dándonos un espacio para expresar lo indecible. El debate en torno a los corridos tumbados nos invita a reflexionar sobre el poder de la música y su responsabilidad en la construcción social.

Como hemos visto a lo largo de la historia, los géneros musicales no surgen en el vacío. El blues, nacido en los campos de algodón del sur de Estados Unidos, fue el grito desgarrador de un pueblo oprimido, una forma de resistencia frente a la injusticia y la segregación. El jazz, con su ritmo sincopado y su improvisación, se convirtió en símbolo de libertad y creatividad en una sociedad que buscaba romper las cadenas del pasado. El rock and roll, con su energía rebelde, desafió las convenciones morales de una época y se erigió como la voz de una generación inconforme.

Cada género musical es un producto de su tiempo, un testimonio sonoro de las circunstancias que lo vieron nacer. La salsa, con su sabor caribeño, nos habla de la alegría y la vitalidad de una cultura que celebra la vida a pesar de las adversidades. El tango, con su melancolía y su pasión, nos transporta a los barrios de Buenos Aires y nos cuenta historias de amor, desengaño y nostalgia. El flamenco, con su fuerza y su dramatismo, nos revela el alma de un pueblo orgulloso de sus raíces.

Hoy, en un mundo globalizado e hiperconectado, los géneros musicales se fusionan y se transforman a una velocidad vertiginosa. El reggaetón, con su ritmo contagioso, ha conquistado las pistas de baile de todo el planeta, mezclando influencias latinas con ritmos urbanos. La música urbana, en sus múltiples variantes, refleja la realidad de las calles, dando voz a las nuevas generaciones y sus inquietudes.

En este contexto, los corridos tumbados se presentan como un fenómeno complejo y controvertido. Si bien es cierto que se nutren de la tradición del corrido, un género musical con profundas raíces en la cultura mexicana, su temática y su estética han generado un intenso debate. La exaltación de la violencia, el narcotráfico y la ostentación plantea interrogantes sobre los valores que se transmiten a través de la música y su impacto en la sociedad.

No se trata de censurar o prohibir, sino de analizar críticamente el contenido de estos corridos y promover una reflexión sobre los modelos de conducta que se presentan. La música tiene el poder de inspirar, de educar y de transformar, pero también puede ser utilizada para difundir mensajes negativos y perpetuar estereotipos dañinos. Es nuestra responsabilidad, como sociedad, fomentar un consumo responsable de la música y utilizar su potencial para construir un mundo mejor.

El debate sobre los corridos tumbados nos invita a repensar el papel de la música en la sociedad actual. ¿Es simplemente entretenimiento o tiene una responsabilidad social? ¿Qué valores queremos transmitir a través de la música que escuchamos y compartimos? Estas son preguntas que debemos plantearnos para construir un futuro donde la música sea una herramienta de crecimiento, diálogo y transformación social. La música es un reflejo de quienes somos, pero también puede ser una brújula que nos guíe hacia el futuro que queremos construir.

Fuente: El Heraldo de México