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23 de abril de 2025 a las 23:05

Monja amiga del Papa rompe protocolo

El último adiós a un Papa siempre está cargado de emotividad, de rituales ancestrales y de una solemnidad que impregna cada rincón del Vaticano. Sin embargo, en medio de la despedida al Papa Francisco, una figura rompió, sutilmente, con ese protocolo establecido, captando la atención del mundo entero. No fue un gesto de rebeldía, sino de cariño profundo, la demostración palpable de una amistad que trascendía los muros vaticanos y las rígidas normas ceremoniales. Hablamos de Sor Geneviève Jeanningros, una religiosa francesa de 82 años, a quien el difunto pontífice llamaba cariñosamente "enfant terrible".

Su acercamiento al féretro, mochila verde al hombro, fue un acto que conmovió a muchos. No cruzó la línea roja, no irrumpió en la ceremonia, pero su presencia, su cercanía al Papa Francisco, hablaba de una conexión especial, de una historia compartida que se extendía por décadas.

La vida de Sor Geneviève es, en sí misma, un testimonio de entrega y compromiso. Radicada en Roma desde hace 57 años, su camino se cruzó con el del entonces Cardenal Bergoglio en Argentina, forjando un vínculo que perduró en el tiempo. Pero su historia va más allá de su amistad con el Papa. Su tía, Léonie Duquet, fue una de las monjas francesas secuestradas y asesinadas durante la dictadura militar argentina, mientras trabajaba incansablemente junto a las Madres de Plaza de Mayo. Esta tragedia, esta herida abierta en la historia de ambos países, sin duda marcó profundamente a Sor Geneviève y, quizás, fortaleció aún más su conexión con el Papa Francisco, quien también vivió de cerca los oscuros años de la represión en Argentina.

La "enfant terrible" del Papa no vive entre los muros de un convento, sino en una caravana, en un parque de atracciones en Ostia, cerca de Roma. Desde allí, dedica su vida a los más vulnerables, a las personas marginadas, a las trabajadoras sexuales y personas transgénero. Su labor, silenciosa y constante, es un reflejo del mensaje de amor y compasión que el Papa Francisco predicó durante su pontificado. De hecho, Sor Geneviève se convertía, cada miércoles, en un puente entre estas comunidades y el Vaticano, llevando a personas transgénero a encontrarse con el Papa, abriendo un espacio de diálogo y reconciliación en el corazón de la Iglesia Católica.

La imagen de Sor Geneviève junto al féretro del Papa Francisco no es solo una anécdota, es un símbolo. Representa la cercanía del Papa con los marginados, su compromiso con los más necesitados, y la fuerza de una amistad que trascendió las barreras del protocolo y la formalidad. Es un recordatorio de que la verdadera santidad se encuentra en la entrega a los demás, en la lucha por la justicia y en la compasión que abraza a todos, sin distinción. Es, en definitiva, un legado que el Papa Francisco deja al mundo, y que Sor Geneviève, su "enfant terrible", continuará llevando en su corazón y en su labor incansable.

Fuente: El Heraldo de México