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23 de abril de 2025 a las 23:45

Más de 80 "amigas" según Weinstein

Cinco años después del estallido del caso Weinstein, el eco del #MeToo resuena con fuerza en los pasillos de la corte neoyorquina. La sombra del magnate caído se cierne sobre la sala, aunque su presencia física esté ausente debido a sus problemas de salud. A pesar de la distancia física, el peso de las acusaciones, el testimonio de las víctimas y la expectación mediática lo mantienen en el centro del escenario. Este nuevo juicio, ordenado tras la anulación de la condena anterior, no es solo una repetición del proceso de 2020, sino una nueva oportunidad para que la justicia se pronuncie sobre las graves acusaciones de abuso sexual y violación que pesan sobre el exproductor. Se respira una atmósfera tensa, expectante. La sala, a pesar del tiempo transcurrido, vuelve a estar abarrotada. Periodistas, activistas, curiosos… todos buscan un lugar para presenciar este nuevo capítulo en la historia del hombre que alguna vez fue uno de los nombres más poderosos de Hollywood.

La defensa, liderada por Arthur Aidala, ha desplegado una estrategia controvertida desde el inicio, presentando las relaciones de Weinstein con las denunciantes como “consensuadas”, e incluso utilizando el término “amigas con derechos”. La afirmación de Aidala sobre los "castings en el sofá", lejos de minimizar las acusaciones, ha avivado la indignación y ha puesto de manifiesto la complejidad de un caso que trasciende el ámbito judicial para convertirse en un símbolo de la lucha contra el abuso de poder en la industria del entretenimiento. ¿Acaso el poder y la influencia pueden justificar el abuso? ¿Es posible el consentimiento real en un contexto de desigualdad tan marcado? Estas son algunas de las preguntas que flotan en el aire y que el jurado deberá considerar.

El testimonio de Jessica Mann y Miriam Haley, dos de las mujeres que ya declararon en el juicio anterior, adquiere una nueva dimensión en este contexto. Sus palabras, cargadas de dolor y valentía, se suman a la de una nueva denunciante, Kaja Sokola, quien afirma haber sido agredida por Weinstein cuando tenía tan solo 16 años. La inclusión de este nuevo testimonio añade una capa de gravedad al caso, y pone el foco en la vulnerabilidad de las jóvenes que aspiraban a una carrera en el mundo del cine. La imagen de una adolescente enfrentándose a un hombre con el poder de Weinstein resulta especialmente desgarradora, y refuerza la idea de un sistema que durante demasiado tiempo permitió que este tipo de abusos quedaran impunes.

La ausencia física de Weinstein en la sala no disminuye la magnitud del proceso. Su figura, aunque debilitada por la enfermedad y el encarcelamiento, sigue representando la cara visible de un problema sistémico. Las más de 80 mujeres que lo han acusado públicamente de abusos sexuales a lo largo de las décadas dibujan un patrón de comportamiento que va más allá de casos aislados. Sus historias, amplificadas por el movimiento #MeToo, han contribuido a derribar el muro de silencio que protegía a figuras poderosas como Weinstein, y han abierto un camino para que otras víctimas se atrevan a hablar. Este nuevo juicio, independientemente de su resultado, se inscribe en ese proceso de transformación social y sirve como recordatorio de la importancia de la lucha por la justicia y la igualdad.

Fuente: El Heraldo de México