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24 de abril de 2025 a las 01:55
Koala: ¿Eutanasia o exterminio?
El eco de los disparos aún resuena en la memoria colectiva. 750 koalas, silenciados para siempre en el Parque Nacional Budj Bim, un escenario que antes vibraba con la vida y ahora se tiñe de luto. La justificación oficial, un acto de piedad ante el sufrimiento infligido por el fuego, se estrella contra el muro de la indignación. ¿Piedad o pragmatismo? La pregunta flota en el aire, cargada de la incertidumbre que rodea a una decisión tan drástica. El incendio, un devastador latigazo de la naturaleza provocado por un rayo, dejó tras de sí un paisaje desolado, 2.000 hectáreas de eucaliptos convertidas en cenizas, el sustento vital de los koalas reducido a un recuerdo fantasmal. Según el Departamento de Energía, Medio Ambiente y Acción Climática (DEECA) de Victoria, el terreno rocoso y la inaccesibilidad de la zona dificultaron las labores de rescate, dejando a los koalas supervivientes a merced del hambre y las heridas. La imagen de francotiradores disparando desde helicópteros, presentada como una solución “humanitaria”, ha generado una ola de repulsa entre defensores de los animales y la opinión pública. La rapidez y la aparente frialdad del procedimiento han sembrado dudas sobre la verdadera evaluación del estado de los animales. ¿Se exploraron todas las alternativas? ¿Se agotaron todas las posibilidades de rescate antes de optar por la eliminación?
La diputada Georgie Purcell, del Partido de Justicia Animal, no ha dudado en calificar la operación de "cruel e imprecisa", cuestionando la capacidad de evaluar el estado de un koala desde la altura. Sus palabras, cargadas de rabia e impotencia, se suman al clamor de organizaciones como la Alianza por los Koalas, que exige una investigación independiente y transparente. La reubicación, la rehabilitación, soluciones complejas pero no imposibles, se plantean como alternativas que deberían haberse considerado antes de recurrir al sacrificio masivo. El fantasma de Cabo Otway, donde entre 2013 y 2014 se eutanasiaron 700 koalas hembras por superpoblación, se cierne sobre este nuevo episodio. Aquel suceso, mantenido en secreto hasta que la verdad salió a la luz, dejó una profunda cicatriz en la conciencia colectiva. La sombra de la duda se extiende, alimentando la desconfianza hacia las versiones oficiales. ¿Es la eutanasia masiva una solución recurrente ante la problemática de los koalas en Victoria? ¿Se esconde tras la “piedad” la incapacidad de gestionar situaciones complejas de conservación?
La diferencia en la clasificación de la especie –vulnerable en algunas regiones de Australia, pero no en Victoria– abre un peligroso precedente. ¿Facilita esta distinción la toma de decisiones drásticas sin la debida consideración? El debate está abierto. Mientras tanto, el silencio de 750 koalas pesa sobre la conciencia de una sociedad que se interroga sobre el verdadero significado de la conservación y el respeto a la vida animal. La tragedia del Parque Nacional Budj Bim no debe quedar impune. Es necesario exigir respuestas, esclarecer las circunstancias y, sobre todo, aprender de los errores para que una tragedia de esta magnitud no vuelva a repetirse. El futuro de los koalas, y de la propia humanidad, depende de ello.
Fuente: El Heraldo de México