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23 de abril de 2025 a las 22:05

El último combate de Canelo

El rugido del Canelo resuena más allá del desierto. Arabia Saudita se prepara para ser testigo de un nuevo capítulo en la leyenda de Saúl Álvarez, un gladiador moderno que busca escribir su nombre con letras doradas en la historia del boxeo. El próximo 3 de mayo, bajo el sol abrasador de Riad, Canelo se enfrentará a William Scull, con el título de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) como la joya de la corona. Sin embargo, la mirada del tapatío se proyecta más allá de este combate, hacia un horizonte teñido de revancha y gloria.

Mucho se ha especulado sobre el futuro del Canelo, sobre los nombres que podrían desafiarlo en su camino hacia la consagración definitiva. Se hablaba de Benavides, un rival de peso, un choque de titanes que haría vibrar al mundo del boxeo. Pero Canelo, con la serenidad que caracteriza a los grandes campeones, ha desvelado sus verdaderas intenciones. Su corazón, curtido en mil batallas, anhela una revancha, una oportunidad para redimirse, para demostrar que la derrota ante Dimitry Bivol fue solo un tropiezo en un camino plagado de victorias.

"Es la única pelea en 175 que realmente quiero", confesó Canelo, con la firmeza de quien conoce su destino. No se trata de una obsesión, sino de una necesidad, la necesidad de superar sus propios límites, de demostrar que la derrota no lo define, sino que lo impulsa a ser mejor. El recuerdo de aquel combate, la amargura de la caída, se ha transformado en el combustible que alimenta su deseo de revancha. No busca venganza, sino reivindicación. Quiere demostrar que el Canelo que cayó ante Bivol no es el mismo Canelo que se alza hoy, más fuerte, más experimentado, más hambriento de gloria.

El aprendizaje es la clave. Canelo, con la humildad de los grandes, reconoce que la derrota ante Bivol le enseñó valiosas lecciones. "Aprendiste algo de esa pelea", se dice a sí mismo, como un mantra que lo impulsa a superarse. Analiza sus errores, disecciona cada movimiento, cada golpe, cada estrategia, buscando las claves para la victoria. No se conforma con ser bueno, aspira a la excelencia, a la perfección.

La pelea contra Scull es un paso más en este camino, una prueba de fuego que le permitirá afinar sus armas, pulir su técnica, prepararse para el desafío definitivo. Pero la verdadera batalla se libra en su interior, en la silenciosa lucha contra sus propios demonios, contra las dudas y los miedos que acechan a todo guerrero. Canelo sabe que la revancha contra Bivol no será fácil, que el ruso es un rival formidable, un obstáculo que pondrá a prueba su temple y su determinación. Pero también sabe que está preparado, que ha aprendido de sus errores, que ha crecido como boxeador y como persona.

Mientras tanto, los aficionados mexicanos tendrán que esperar para presenciar la batalla de Riad. Los derechos de transmisión, en manos de DAZN, obligan a una espera de una hora para quienes no cuenten con la suscripción a la plataforma. Una espera que, sin duda, aumentará la expectación y el deseo de ver al Canelo rugir de nuevo. Porque el Canelo no solo pelea por sí mismo, sino por todo un país, por una afición que lo sigue con fervor y admiración. Su victoria será la victoria de México, su gloria, la gloria de todos. Y en su camino hacia la revancha, el Canelo lleva consigo las esperanzas y los sueños de millones de corazones que laten al ritmo de sus golpes.

Fuente: El Heraldo de México