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23 de abril de 2025 a las 07:00

El Papa Francisco y los videojuegos: ¿Para qué vinimos al mundo?

El eco de las palabras del Papa Francisco resuena con aún más fuerza tras su partida. Su advertencia a los jóvenes sobre los peligros de la pasividad digital, pronunciada en Cracovia en 2016, cobra una nueva dimensión, casi profética, en un mundo cada vez más inmerso en la virtualidad. Recordemos el fervor de aquel encuentro, la multitud expectante bajo el sol polaco, escuchando al Sumo Pontífice instarles a no ser “jóvenes patata de sillón”. Una imagen poderosa, que trascendía las fronteras del idioma y se clavaba en la conciencia colectiva. ¿Cuántos de nosotros, incluso más allá de la juventud, nos hemos visto reflejados en esa metáfora? ¿Cuántos hemos sucumbido a la comodidad del sillón digital, dejando que la vida transcurra ante nuestros ojos, en una pantalla?

Francisco no demonizaba la tecnología, era un hombre de su tiempo, consciente de su potencial. Su preocupación radicaba en el riesgo de convertirla en un refugio, en una barrera que nos aísla de la realidad, de la comunidad, del compromiso con un mundo que necesita nuestra participación activa. No se trataba de una condena a los videojuegos o las redes sociales, sino de una llamada a la responsabilidad, a un uso consciente y equilibrado de las herramientas digitales. Nos invitaba a preguntarnos: ¿Estamos utilizando la tecnología para construir o para evadir? ¿Para conectarnos o para aislarnos? ¿Para informarnos o para adormecernos?

Su mensaje iba más allá de la simple crítica a la pasividad. Era una invitación a la acción, a “dejar nuestra marca” en el mundo. Francisco nos desafiaba a atarnos las botas, metafóricamente hablando, y a salir al encuentro de la vida, a involucrarnos en la construcción de un futuro más justo y solidario. No se dirigía a un grupo específico, sino a toda una generación, instándola a tomar las riendas de su destino, a no dejar que otros decidan por ellos. "Vivimos en tiempos que no necesitan jóvenes 'patatas de sillón', sino gente con zapatos o, mejor, botas bien atadas” – resonaban sus palabras. Un llamado a la acción, un recordatorio de que la juventud no es sinónimo de pasividad, sino de energía transformadora.

Es cierto que el panorama digital ha evolucionado desde aquel 2016. Hoy, las redes sociales son un espacio no solo de ocio, sino también de trabajo, de emprendimiento, de activismo. Muchos jóvenes han encontrado en la tecnología una herramienta para amplificar sus voces, para conectar con causas sociales, para generar impacto positivo. Sin embargo, la advertencia de Francisco sigue vigente. La línea entre el uso constructivo y la adicción, entre la conexión y el aislamiento, es a menudo difusa. La facilidad con la que podemos perdernos en la vorágine digital sigue siendo un desafío.

La muerte del Papa Francisco, acaecida en abril de 2025 tras un repentino ictus cerebral, nos deja un legado de humildad, compasión y un profundo compromiso con la humanidad. Su mensaje a los jóvenes, un recordatorio constante de la importancia del compromiso y la acción, adquiere ahora una nueva dimensión, una resonancia que perdura en el tiempo y nos invita a reflexionar sobre nuestro rol en el mundo. ¿Seremos “patatas de sillón” o nos atreveremos a calzarnos las botas y salir a construir un futuro mejor? La respuesta, como siempre, está en nuestras manos.

Fuente: El Heraldo de México