
23 de abril de 2025 a las 08:00
El debate: ¿narcocorridos sí o no?
La polémica en torno a la música que glorifica la violencia y la criminalidad ha explotado en el ciberespacio, dividiendo a la opinión pública en dos bandos aparentemente irreconciliables. Un reciente estudio de Dinamic, empresa pionera en escucha social, ha arrojado luz sobre este complejo debate, analizando más de 110 mil mensajes en redes sociales como Instagram, X y Facebook. El resultado es un fascinante retrato de la polarización social que genera este tema, con un 29.4% de los usuarios rechazando la prohibición de estas canciones y un 27.8% apoyándola. La "antropología digital", como la define Dinamic, permite sumergirse en las motivaciones y comportamientos de los usuarios, revelando las profundas raíces de esta controversia.
Para quienes defienden la prohibición, la conexión entre estas letras y la violencia es innegable. Argumentan que la continua exposición a narrativas que ensalzan el crimen y la delincuencia contribuye a normalizar la violencia, impidiendo la construcción de una sociedad pacífica. La preocupación por la influencia de estas canciones, especialmente en los jóvenes, es un tema recurrente en sus argumentos. Exigen medidas contundentes para erradicar este tipo de contenido del espacio público, convencidos de que es un paso necesario para combatir la inseguridad y promover la convivencia pacífica.
En la otra cara de la moneda, encontramos a quienes consideran la prohibición una medida ineficaz e incluso contraproducente. Para ellos, el verdadero problema radica en las raíces socioeconómicas de la violencia y el narcotráfico, y no en las expresiones artísticas que las reflejan. Argumentan que censurar la música no solo es una violación a la libertad de expresión, sino que además desvía la atención de las soluciones reales. Estigmatizar a los aficionados de este género, afirman, es un error que profundiza la brecha social y dificulta el diálogo. Insisten en la necesidad de abordar las causas estructurales de la violencia, como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades, en lugar de perseguir síntomas.
El debate se extiende más allá de la simple dicotomía entre prohibición y libertad de expresión. Algunos usuarios proponen alternativas como la implementación de campañas de concientización sobre el impacto de la violencia en la sociedad, o el fomento de espacios de diálogo y debate para comprender las causas que la originan. Otros sugieren la creación de etiquetas o clasificaciones que adviertan sobre el contenido de las canciones, permitiendo a los oyentes decidir qué tipo de música consumen.
El estudio de Dinamic, basado en la escucha computacional y el análisis de conversaciones en tiempo real, ofrece una valiosa radiografía del sentir ciudadano en redes sociales. La ausencia de encuestas tradicionales elimina el sesgo de deseabilidad social, permitiendo una visión más auténtica de las opiniones y percepciones de los usuarios. Sin embargo, es importante recordar que las redes sociales no representan necesariamente a la totalidad de la población, y que la polarización inherente a estos espacios puede amplificar ciertas voces y silenciar otras.
La controversia en torno a la música que glorifica la violencia y la criminalidad está lejos de resolverse. El estudio de Dinamic nos invita a reflexionar sobre la complejidad de este debate y a buscar soluciones que vayan más allá de la simple censura. La clave, según algunos expertos, radica en abordar el problema desde una perspectiva integral, que contemple tanto la libertad de expresión como la necesidad de construir una sociedad más justa y pacífica. El diálogo, la educación y la comprensión mutua son fundamentales para encontrar un camino que nos permita convivir con la diversidad de expresiones artísticas sin renunciar a la seguridad y la convivencia pacífica.
Fuente: El Heraldo de México