Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Religión

23 de abril de 2025 a las 09:30

¿Dudas? ¡Cree en ti!

La figura del Papa Francisco ha despertado una fascinación global, no solo por su investidura religiosa, sino por su abordaje, a menudo complejo y contradictorio, de temas sociales candentes. Su primer viaje a Lampedusa, esa isla convertida en símbolo de la crisis migratoria, resonó con fuerza en un mundo anestesiado ante el sufrimiento ajeno. Allí, con la imagen poderosa de los migrantes rescatados viajando en el avión papal, Francisco desafió la "cultura de la comodidad" y confrontó directamente, incluso públicamente, las políticas migratorias de la administración Trump, culminando con su reciente reconvención al vicepresidente J.D. Vance. Este gesto, cargado de simbolismo, nos interpela a reflexionar sobre nuestra propia responsabilidad ante la tragedia humana que se desarrolla a nuestras puertas.

Su acercamiento a la comunidad LGBTQ+, aunque salpicado de ambigüedades, también ha generado un intenso debate. La afirmación en el documental Francesco de que "los homosexuales tienen derecho a ser parte de la familia" y las palabras dirigidas a Juan Carlos Cruz, "Así te hizo Dios y así te ama, y así te ama el Papa", representaron un avance significativo en el discurso de la Iglesia Católica. Incluso su respaldo a la bendición de parejas del mismo sexo, recogido en la encíclica Fiducia Supplicans, abrió una grieta en la doctrina tradicional. Sin embargo, esta apertura se vio contrarrestada por la persistente defensa del matrimonio exclusivamente heterosexual y la recomendación de rechazar a seminaristas con inclinaciones homosexuales, una postura que perpetúa la estigmatización y la idea de una "doble vida", como si esta fuera inherente a una orientación sexual específica. La famosa frase "¿Quién soy yo para juzgar?", si bien aparentemente tolerante, puede interpretarse también como una delegación del juicio a una instancia divina, manteniendo la ambigüedad y evitando una toma de posición definitiva.

Esta dualidad, presente en muchos de sus pronunciamientos, nos lleva a preguntarnos: ¿es Francisco un reformista o un conservador? ¿Un revolucionario o un pragmático? Quizás la clave reside en entenderlo como un político hábil, capaz de navegar las complejas corrientes internas de la Iglesia, introduciendo cambios sutiles pero significativos, al tiempo que tranquiliza a la jerarquía más tradicional. Ha construido una imagen de pastor cercano y compasivo, conectando con la sensibilidad de un mundo sediento de liderazgos éticos. No es el santo que algunos pretenden ni el guerrillero que otros anhelan, sino, como apunta Luke Guillory en Esquire, un buen hombre en un tiempo en que la bondad escasea. Y quizás, en un mundo polarizado y fragmentado, eso sea precisamente lo que necesitamos.

Más allá de las creencias personales, la figura de Francisco invita a la reflexión. Su legado, complejo y contradictorio, seguirá siendo objeto de análisis y debate. El desafío para su sucesor será enorme: mantener el diálogo con un mundo en constante transformación, sin renunciar a los principios fundamentales de la fe. Solo el tiempo dirá si la Iglesia Católica será capaz de adaptarse a los nuevos tiempos y seguir siendo relevante en el siglo XXI.

Fuente: El Heraldo de México