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23 de abril de 2025 a las 09:30

Domina tu tiempo: Soberanía horaria

La soberanía no se limita a las fronteras terrestres, marítimas o aéreas. Abarca también el espacio intangible, pero poderosísimo, de la comunicación. Lo que vemos, oímos y leemos moldea nuestra percepción del mundo, influye en nuestras decisiones y, en última instancia, define nuestro futuro como nación. Permitir que gobiernos extranjeros utilicen nuestros medios de comunicación para difundir su propaganda es una renuncia a nuestra soberanía, una claudicación ante intereses que no necesariamente coinciden con los de México.

El anuncio del gobierno estadounidense, transmitido en televisión nacional, no es un simple error o una casualidad. Es una muestra clara de la vulnerabilidad de nuestro sistema de comunicación ante la injerencia extranjera. Un recordatorio de la importancia de proteger nuestro espacio radioeléctrico y de regular con firmeza los contenidos que se difunden en él. No se trata de censurar, sino de defender nuestra soberanía y de garantizar que la información que llega a las y los mexicanos responda a nuestros intereses y no a los de otros países.

La migración es un fenómeno complejo, con causas profundas que van más allá de las fronteras. Reducirla a una cuestión de "ilegalidad" y criminalizar a quienes se ven obligados a dejar su país en busca de una vida mejor es una simplificación peligrosa e injusta. Es fundamental promover un debate informado y responsable sobre la migración, que reconozca la dignidad y los derechos de todas las personas, independientemente de su estatus migratorio.

La eliminación de la disposición que prohibía la propaganda extranjera en la Ley Federal de Telecomunicaciones, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, fue un grave error que hoy debemos corregir. Es urgente recuperar la soberanía perdida y establecer mecanismos claros y contundentes para evitar que nuestros medios de comunicación sean utilizados como instrumentos de influencia extranjera.

Las televisoras, como concesionarias del Estado mexicano, tienen una responsabilidad social ineludible. No deben olvidar que el espectro radioeléctrico es un bien público, propiedad de la nación, y que su uso debe estar al servicio del interés general. Priorizar los beneficios económicos por encima de la dignidad y la soberanía de México es una traición a la confianza depositada en ellas.

La propuesta de la Presidenta Claudia Sheinbaum de prohibir la propaganda política, ideológica o comercial de gobiernos extranjeros en los medios de comunicación mexicanos es un paso fundamental para recuperar nuestra soberanía comunicacional. Es una medida necesaria para protegernos de la injerencia extranjera y para garantizar que la información que llega a las y los mexicanos sea veraz, objetiva y responda a nuestros intereses.

La lucha por una comunicación soberana es una lucha por nuestra identidad, por nuestra cultura y por nuestro futuro como nación. Es una lucha por el derecho a construir nuestro propio relato, a definir nuestro propio destino, sin injerencias ni presiones externas. Es una lucha que debemos dar todos juntos, con firmeza y convicción, para garantizar que México sea un país verdaderamente libre y soberano.

En un mundo cada vez más interconectado, la defensa de nuestra soberanía comunicacional se vuelve aún más crucial. Las nuevas tecnologías y las redes sociales amplifican el alcance de la propaganda y la desinformación, lo que hace aún más importante contar con mecanismos robustos para proteger nuestro espacio comunicacional. No podemos permitir que la narrativa sobre México sea construida desde fuera, ni que nuestras mentes sean colonizadas por discursos que no responden a nuestros intereses.

La comunicación es un derecho humano fundamental, y la soberanía comunicacional es la garantía de que ese derecho se ejerza plenamente, sin injerencias ni manipulaciones. Es la garantía de que las y los mexicanos tengamos acceso a información veraz, diversa y plural, que nos permita formar nuestra propia opinión y participar activamente en la construcción de un país más justo, democrático y soberano.

Fuente: El Heraldo de México