
23 de abril de 2025 a las 06:15
Doble hipótesis tras el asesinato del empresario
La consternación se apodera de Tuxpan, Veracruz, tras el brutal asesinato del empresario farmacéutico Nabor Casco. La Gobernadora Rocío Nahle, en un intento por calmar la creciente ola de inquietud, ha confirmado que se siguen dos líneas de investigación, manteniendo en reserva los detalles para no comprometer el proceso. La declaración de la familia, un pilar fundamental en la búsqueda de justicia, ya ha sido recabada, aportando, según fuentes cercanas a la investigación, piezas clave para reconstruir las últimas horas de Casco y, posiblemente, identificar a los responsables.
Más allá de las declaraciones oficiales, la sombra de la inseguridad se cierne pesada sobre el estado. Si bien la Gobernadora ha negado vínculos con el crimen organizado o el cobro de piso – un flagelo que ha asolado a muchos empresarios en la región –, la población se pregunta si este trágico suceso es un caso aislado o un síntoma de un problema mayor. El hermetismo en torno a las líneas de investigación alimenta las especulaciones y la incertidumbre. ¿Se trató de un ajuste de cuentas? ¿Un robo que terminó en tragedia? ¿O existen motivos ocultos que aún no salen a la luz? La sociedad veracruzana exige respuestas y, sobre todo, acciones concretas que garanticen la seguridad de todos sus ciudadanos.
El eco de las balas que acabaron con la vida de Nabor Casco resuena en un contexto de violencia que no da tregua. Las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública pintan un panorama desolador: 190 homicidios dolosos en el primer trimestre del año en Veracruz, una estadística fría que, sin embargo, encierra el dolor de cientos de familias. La imagen del empresario lavando su coche en la cochera de su casa, un acto cotidiano y familiar, contrasta brutalmente con la violencia que irrumpió en su vida, segándola de manera abrupta. Este contraste pone de manifiesto la fragilidad de la seguridad y la necesidad imperante de reforzar las estrategias de prevención y combate al delito.
Mientras las autoridades trabajan en el esclarecimiento del caso, la comunidad empresarial de Veracruz vive en vilo. El miedo se propaga como una enfermedad silenciosa, amenazando la inversión y el desarrollo económico. La promesa de la Gobernadora de reforzar la seguridad en todo el estado debe traducirse en hechos tangibles, en una presencia policial efectiva que disuada a la delincuencia y proteja a la ciudadanía. No basta con declaraciones; se requiere una estrategia integral que ataque las raíces de la violencia y construya un Veracruz más seguro para todos. La justicia para Nabor Casco y la tranquilidad para las familias veracruzanas son deudas pendientes que el gobierno debe saldar. El tiempo apremia.
Fuente: El Heraldo de México