
23 de abril de 2025 a las 09:30
Descubre el Francisco que llevas dentro
La figura del Papa Francisco, desde su elección hasta su fallecimiento, ha trascendido el ámbito religioso para convertirse en un símbolo global de humildad, compasión y compromiso social. Su nombre, Francisco, resonaba con la sencillez y la cercanía a los pobres que caracterizaron su pontificado, un eco que perdurará en la memoria colectiva y que, según su deseo, se grabará en la piedra de su tumba en la Basílica de Santa María la Mayor. La noticia de su partida generó una onda expansiva de conmoción y pesar que recorrió el mundo, uniendo a líderes de diversas ideologías y culturas en un homenaje unánime a su liderazgo moral.
Desde las frías estepas rusas hasta las vibrantes naciones africanas, las voces de mandatarios como Vladimir Putin y Mahmonund Ali Youssouf se alzaron para reconocer la sabiduría y la defensa inquebrantable de los valores humanos que encarnó el Papa Francisco. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, destacó su papel como un estadista respetado, un puente entre las diferentes creencias religiosas, mientras que el Dalai Lama, desde su exilio espiritual, nos instó a honrar su memoria a través de la bondad y el servicio a los demás. Incluso líderes de naciones con una menor tradición cristiana, como el presidente de Sri Lanka, Anura Kumara Dissanayake, valoraron su mensaje de compasión, justicia y armonía interreligiosa, demostrando la universalidad de su influencia.
La masiva presencia de jefes de estado y delegaciones gubernamentales en su funeral no es más que un testimonio palpable del reconocimiento global a un pontífice que supo tender puentes de diálogo y paz, incluso en medio de las más profundas diferencias y conflictos internacionales. Su legado trasciende las fronteras geográficas y las barreras ideológicas, consolidándose como un faro de esperanza en un mundo a menudo fragmentado.
El Papa Francisco nos deja un tesoro de enseñanzas, entre las cuales destaca su profunda reflexión sobre la necesidad de construir una fraternidad y amistad social que vaya más allá de las meras palabras, un llamado urgente en una época marcada por la indiferencia, la exclusión y la “cultura del descarte”, como él mismo la denominó en su encíclica Fratelli Tutti, escrita en el contexto de la pandemia del COVID-19. Con una lucidez excepcional, el Papa Francisco diagnosticó las enfermedades de nuestro tiempo: la fragmentación social, el aislamiento, el miedo, el conflicto y una agresividad desatada que se manifiesta en los discursos de odio, incluso desde las esferas del poder.
Frente a este panorama desalentador, el Papa Francisco nos instó a "recomenzar", a repensar y gestar un mundo más abierto, centrado en el amor a Dios y al prójimo, un mundo más humano y solidario, fundamentado en el bien moral y la solidaridad. Su llamado a los políticos a ejercer un liderazgo con “olor a oveja”, un liderazgo que acompaña, que guía y que incluso se detiene para alentar a los más rezagados, resuena con especial fuerza en estos tiempos de crisis. Su mensaje es claro: una política al servicio del bien común es la clave para construir una sociedad fraterna y justa.
La partida del Papa Francisco deja un vacío inmenso, pero también una profunda huella en la historia de la humanidad. Su legado de humildad, compasión y compromiso social nos inspira a continuar su obra, a construir un mundo más justo y fraterno, un mundo donde la dignidad humana sea el centro de todas nuestras acciones. Su voz, aunque ya no esté presente físicamente, seguirá resonando en nuestras conciencias, guiándonos en el camino hacia un futuro mejor.
Fuente: El Heraldo de México