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23 de abril de 2025 a las 22:35

De Bicicleta a Imperio: Las Mejores Tortas Ahogadas

La historia de Don José, "El de la bicicleta", es un ejemplo inspirador de cómo la pasión, la perseverancia y una receta deliciosa pueden convertir un humilde comienzo en un legado culinario. Imaginen a Guadalajara en los años 60, una ciudad vibrante pero aún con la huella de un México más tradicional. En ese escenario, Don José, con su bicicleta y su inquebrantable espíritu emprendedor, pedaleaba por la Calzada Independencia, anunciando su llegada con un silbido característico que se convertiría en la melodía precursora de un festín.

No ofrecía platillos elaborados ni presentaciones ostentosas, sino un manjar sencillo pero potente: la torta ahogada. Envuelta primero en papel estraza y luego, con la sabiduría que otorga la experiencia, en una práctica bolsa, esta delicia jalisciense se convertía en el desayuno, la comida o la cena de los trabajadores que, atraídos por el silbido de Don José, salían a su encuentro. No era solo una transacción comercial, sino un ritual, un momento de conexión entre el vendedor y sus clientes, una tradición en ciernes.

¿Quién hubiera imaginado que ese hombre, pedaleando incansablemente bajo el sol tapatío, se convertiría en un pionero, en el precursor de un ícono gastronómico? Don José no solo vendía tortas ahogadas, sembraba la semilla de lo que hoy es una institución en Guadalajara. Su legado no solo reside en el sabor inconfundible de sus tortas, sino en la perseverancia que lo llevó a transformar su modesto carrito ambulante en un negocio familiar que ha perdurado por más de seis décadas.

Hoy, Tortas José, "El de la bicicleta", es mucho más que un simple restaurante. Es un homenaje a la tradición, un recordatorio de que el trabajo duro y la dedicación pueden llevarnos lejos. Es la historia viva de un hombre que, con una bicicleta, unas cuantas tortas ahogadas y un silbido inconfundible, conquistó el paladar de los tapatíos y se grabó en la memoria colectiva de la ciudad. Visitar cualquiera de sus sucursales no es solo disfrutar de una exquisita torta ahogada, es saborear un pedazo de la historia de Guadalajara, es rendir tributo al ingenio y la pasión de Don José, "El de la bicicleta".

Y si bien la Calzada Independencia ha cambiado, y la ciudad ha crecido a un ritmo vertiginoso, el espíritu de Don José sigue vivo en cada mordida, en cada salsa que se escurre por los dedos, en cada cliente que, con una sonrisa satisfecha, recuerda el silbido que anunciaba la llegada de las mejores tortas ahogadas de Guadalajara. "Venir a Guadalajara y no comer una torta ahogada, es no haber venido", una frase que resume la esencia de este platillo y el impacto que Don José ha tenido en la cultura gastronómica de la ciudad. Su historia nos recuerda que los sueños, por pequeños que parezcan, pueden crecer y florecer con esfuerzo y dedicación, convirtiéndose en un legado que trasciende generaciones.

Fuente: El Heraldo de México