
22 de abril de 2025 a las 06:45
Francisco: ¿Progresista o equilibrista?
El mundo católico se encuentra de luto. La noticia del fallecimiento del Papa Francisco ha resonado en cada rincón del planeta, dejando un vacío inmenso en millones de corazones. A sus 88 años, el Sumo Pontífice nos deja un legado complejo y fascinante, marcado por la humildad, la búsqueda de la justicia social y una diplomacia a menudo envuelta en la ambigüedad.
Desde su elección en 2013, Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano, se propuso una renovación profunda de la Iglesia. Su nombre, Francisco, en honor a San Francisco de Asís, no fue una casualidad, sino una declaración de intenciones: seguir el camino de la pobreza, la sencillez y el amor por los más desfavorecidos. Y, sin duda, ese espíritu franciscano impregnó su pontificado, desde sus gestos cotidianos hasta sus encíclicas, marcadas por una profunda preocupación por la ecología, la desigualdad y la fraternidad universal.
Sin embargo, su figura no estuvo exenta de controversias. La "diplomacia de los dos aguas", como la define el sociólogo Roberto Blancarte, caracterizó su papado. Francisco buscaba tender puentes, conciliar posturas opuestas, a veces a costa de no tomar una posición clara y definida. Este estilo, que ya se evidenciaba en su etapa como arzobispo de Buenos Aires, generó tanto admiración como críticas. Algunos lo vieron como un hábil estratega, capaz de navegar en aguas turbulentas; otros, como un líder que evitaba confrontar directamente las problemáticas más acuciantes.
El análisis de Blancarte nos invita a reflexionar sobre la complejidad del liderazgo en un mundo polarizado. ¿Es la ambigüedad una herramienta válida para la construcción de consensos? ¿O, por el contrario, representa una forma de eludir responsabilidades? El caso de la canonización simultánea de Juan Pablo II y Juan XXIII, figuras representativas de dos corrientes distintas dentro de la Iglesia, ilustra a la perfección esta dualidad. Un gesto interpretado por algunos como un acto de equilibrio, y por otros como una estrategia para contentar a ambos bandos sin profundizar en las diferencias ideológicas.
La sombra de la dictadura argentina también planea sobre el legado de Francisco. El libro "Doble Juego" de Horacio Verbitsky, mencionado por Blancarte, pone en cuestión la neutralidad del entonces arzobispo Bergoglio durante aquellos años oscuros. La acusación de haber jugado un “doble juego” político, manteniendo una aparente equidistancia mientras se tejían alianzas y se tomaban decisiones en la sombra, es una herida aún abierta en la memoria colectiva. Un episodio documentado en el libro, en el cual Bergoglio habría prometido apoyo a una persona para luego instruir lo contrario por otra vía, alimenta las sospechas sobre su verdadero rol en aquel contexto.
Más allá de las controversias, es innegable el impacto global del Papa Francisco. Sus viajes apostólicos, cargados de simbolismo, sus mensajes de esperanza y su cercanía con la gente conmovieron a multitudes. Su llamado a la fraternidad, a la construcción de una sociedad más justa y a la protección del planeta resonará durante mucho tiempo. Un legado complejo, lleno de luces y sombras, que la historia se encargará de juzgar con la perspectiva del tiempo. Nos queda el recuerdo de un Papa que intentó, a su manera, renovar la Iglesia y acercarla a los desafíos del siglo XXI.
Fuente: El Heraldo de México