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23 de abril de 2025 a las 02:25

Francisco, ¿adiós a la izquierda global?

El vacío dejado por el Papa Francisco, primer pontífice latinoamericano, resuena en cada rincón del Vaticano y más allá. Su partida no solo marca el fin de una era, sino el inicio de una incógnita sobre el futuro de la Iglesia Católica en un mundo cada vez más complejo. La figura de Francisco, con su innegable carisma y enfoque pastoral, deja un legado profundo, pero también interrogantes cruciales que el próximo cónclave deberá abordar.

La tensión entre las corrientes conservadora y reformista se palpa en los muros vaticanos. Si bien Francisco nombró a la mayoría de los cardenales electores, una posible inclinación hacia un perfil más liberal no está garantizada. La historia, caprichosa, nos ha enseñado que de cónclaves conservadores pueden surgir papas liberales, y viceversa. La naturaleza conservadora intrínseca de la Iglesia, con una fuerte presencia de cardenales de esa línea, se entrelaza con la influencia de los nombramientos de Francisco, creando un escenario de impredecibilidad.

A esta incertidumbre interna se suma la ola creciente de populismos de derecha a nivel global. Estos movimientos, si bien comparten con la Iglesia valores tradicionales como la oposición al aborto, divergen en temas cruciales como la migración. Este contexto podría fortalecer a los cardenales conservadores, generando una alineación con estas fuerzas políticas o, por el contrario, un distanciamiento para mantener el rumbo marcado por Francisco. El equilibrio entre la doctrina tradicional y la adaptación a un mundo cambiante será un desafío crucial para el próximo pontífice.

El panorama geopolítico, en constante combustión, añade otra capa de complejidad. Tensiones entre potencias como Estados Unidos y China, conflictos bélicos abiertos y el impacto disruptivo de la inteligencia artificial y las redes sociales, configuran un escenario mucho más intrincado que el de los cónclaves de 2005 o 2013. El próximo Papa heredará un mundo fragmentado, donde la diplomacia vaticana deberá navegar con cautela y firmeza.

Francisco, como jefe de Estado, jugó un papel activo en la escena internacional, buscando el diálogo y la mediación. Sus esfuerzos por acercar al Vaticano con China, a pesar de las tensiones con el gobierno comunista, y su mediación en el deshielo entre Estados Unidos y Cuba, son ejemplos de su compromiso con la paz y la reconciliación. Sin embargo, su intervención en conflictos como el de Ucrania, generó controversias, demostrando la delicada línea que debe recorrer la diplomacia vaticana.

El legado de Francisco, tras doce años de pontificado, es innegable. Su énfasis en América Latina, visibilizándola como un núcleo fundamental del catolicismo global, rompió con siglos de eurocentrismo. Su compromiso con los pobres, los migrantes y los desfavorecidos, reflejado en la elección de su nombre, Francisco, reorientó la agenda de la Iglesia hacia los temas sociales más apremiantes. El diálogo sobre igualdad de género, derechos de minorías sexuales y reintegración de divorciados, son testimonio de su esfuerzo por adaptar la Iglesia a los cambios sociales.

El próximo Papa, independientemente de su perfil, tendrá la delicada misión de construir puentes en un mundo polarizado. Su capacidad para generar consenso y conectarse con los fieles, especialmente en la era digital, será clave. La figura de un Papa pastoral como Francisco, cercano a la gente, contrasta con la de un Papa más teólogo y distante, como Benedicto XVI. Este contraste influirá en la forma en que el nuevo pontífice se relacione con las redes sociales y los jóvenes, un desafío particularmente relevante en un mundo cada vez más conectado.

El cónclave que se avecina, no solo definirá el futuro de la Iglesia Católica, sino también su influencia en la geopolítica y la sociedad global. El mundo observa expectante, aguardando la elección que marcará el inicio de una nueva era para la Iglesia y su papel en el mundo.

Fuente: El Heraldo de México