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22 de abril de 2025 a las 09:40

Éxito sin moral: ¿Camino a la ruina?

En una época donde el valor se atribuye a la apariencia y las posesiones, más que a la esencia humana, la pregunta "¿A qué te dedicas?" se ha convertido en una herramienta de evaluación social. Ya no se busca conocer a la persona, sino lo que puede aportar en términos de estatus, poder o riqueza. Las conversaciones se vacían de significado, se convierten en réplicas automatizadas, carentes de interés genuino. Observemos nuestras interacciones diarias, en el trabajo, con amigos, conocidos, y notaremos la ausencia de una escucha real, de una conexión profunda.

Este vacío existencial, esta pérdida del valor intrínseco del ser humano, explica el auge de la autoayuda, las adicciones y la proliferación de supuestos "gurús" emocionales. En este contexto, la figura del Papa Francisco resalta por su excepcional humanidad. Un hombre de fe, con sus luces y sombras, como cualquier persona, pero con un carisma innegable, arraigado en los preceptos cristianos de respeto y servicio.

Su admiración transcendió las fronteras de la fe. ¿Por qué un hombre de iglesia, que simplemente cumplía con los mandatos de Dios, generó tanta fascinación? La respuesta es compleja y multifacética. Nos habíamos acostumbrado a figuras inmorales dentro de una institución que, en teoría, debería promover valores humanos. El éxito se medía en poder y dinero, no en fe.

Francisco, con su vida congruente con el apostolado eclesiástico, iluminó las grietas de una iglesia católica plagada de abusos. Su liderazgo legítimo frenó la corrupción económica y sentó las bases de un nuevo orden moral. Siguiendo el ejemplo de Jesús, renunció a los lujos y excesos, comprometiéndose con la protección de los más vulnerables, especialmente la infancia.

Sus palabras, cargadas de profundidad y esperanza, reconciliaron a muchos con la institución. Nos recordó la figura de Jesús, cuyo mensaje de amor y servicio sigue vigente dos mil años después. Su llegada, el 13 de marzo de 2013, sacudió los cimientos de un régimen autoritario y desconectado de su propósito original.

Encontrar un nuevo líder espiritual con las mismas características es un desafío, pero la esperanza reside en que su sucesor continúe la obra de reconstrucción iniciada por Francisco. La película "Cónclave" reflejó esa aspiración colectiva de un representante de la iglesia moral y digno. No se trata de renunciar al éxito o la prosperidad, sino de recordar nuestra misión en este mundo: crear, no destruir. Vivir una vida plena, guiada por el servicio, la devoción y la fe, independientemente de nuestras creencias religiosas. El legado de Francisco nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado de la vida y a construir un mundo más humano, justo y compasivo. El tiempo que pasamos en esta tierra es breve, aprovechémoslo para dejar una huella positiva, para ser agentes de cambio y esperanza.

Por Sara Morgan
@MorganSarel

Consultora Laboral

Directora de Equity Job Lab

Fuente: El Heraldo de México