
22 de abril de 2025 a las 04:45
El legado humano de Francisco
El mundo se despide de un pastor que supo tejer puentes. La partida del Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, deja un vacío profundo en la Iglesia Católica y en el corazón de millones alrededor del globo. Su legado, marcado por la humildad, la cercanía con los desfavorecidos y una inquebrantable defensa de los pobres, resonará por generaciones. Más allá de los muros vaticanos, su voz se alzó como un faro de esperanza en un mundo convulsionado, un llamado constante a la empatía, a la inclusión y a la construcción de un futuro más justo y fraterno.
Hérnan Quezada, voz autorizada de la Conferencia de Providenciales Jesuitas de América Latina y el Caribe, pinta un retrato conmovedor del Papa Francisco, no solo como el líder espiritual de una de las instituciones más antiguas del mundo, sino como un comunicador excepcional, capaz de trascender barreras idiomáticas y culturales. Su estilo pastoral, fresco e innovador, "a la altura de los tiempos", como bien lo define Quezada, logró conectar con las nuevas generaciones, acostumbradas a un lenguaje diferente, a una velocidad distinta. Francisco supo escuchar, supo comprender y, sobre todo, supo responder a los anhelos de un mundo en constante transformación.
La elección de Jorge Mario Bergoglio como el primer Papa jesuita de la historia marcó un hito, un punto de inflexión. Quezada confiesa la sorpresa inicial, el desconcierto ante lo inesperado. Nadie lo vio venir. Pero desde su primera aparición, desde ese primer saludo desde el balcón vaticano, se percibió un cambio, una brisa fresca que soplaba sobre la Iglesia. No fue un triunfo para la Compañía de Jesús, sino un llamado a la responsabilidad, a encarnar el mensaje de humildad y servicio que Francisco predicaba con el ejemplo.
La juventud, a menudo alejada de las instituciones tradicionales, encontró en Francisco un interlocutor válido, alguien que los entendía, que los animaba a luchar por sus sueños, a construir un mundo mejor. No se limitaba a sermonear, sino que escuchaba, dialogaba, comprendía sus inquietudes y les ofrecía una guía, una luz en medio de la incertidumbre. Esa capacidad de conectar con los jóvenes, de inspirarlos, es un tesoro invaluable que la Iglesia debe atesorar y cultivar.
El futuro del papado es un camino incierto. Quezada, con prudencia, reconoce la dificultad de prever lo que vendrá. ¿Veremos otro Papa jesuita? El tiempo lo dirá. Lo importante, más allá de la procedencia o la formación, es que el próximo líder de la Iglesia Católica sea un pastor capaz de comunicar, de escuchar y de guiarse por el Espíritu Santo. Las especulaciones, los rumores, las teorías conspirativas que inundan las redes sociales son solo eso: ruido. Lo fundamental es mantener la mirada fija en el mensaje de amor, de esperanza y de unidad que Francisco nos legó.
Su partida nos deja un profundo dolor, pero también una inmensa gratitud. Gracias, Francisco, por recordarnos que la grandeza reside en la sencillez, en la humildad, en el servicio a los demás. Tu legado vivirá en cada acto de compasión, en cada gesto de solidaridad, en cada esfuerzo por construir un mundo más justo y fraterno. Descansa en paz, pastor bueno.
Fuente: El Heraldo de México