
22 de abril de 2025 a las 08:55
Descubre la música favorita del Papa Francisco
La música, ese lenguaje universal que trasciende fronteras y credos, tejió una melodía constante en la vida de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco. Mucho se ha dicho sobre su sencillez y humildad, pero pocos conocen la profunda conexión que este hombre de fe cultivó con el arte de los sonidos. Desde las imponentes óperas del Teatro Colón de Buenos Aires, donde su madre sembraba la semilla de la apreciación musical, hasta la vasta colección que atesoró en el Vaticano, la música fue para él un refugio, una inspiración y un puente hacia lo divino.
Imaginen a un joven Bergoglio, inmerso en la atmósfera mágica del Colón, dejándose envolver por las arias de Verdi y Puccini. Esas experiencias tempranas, compartidas con la figura materna, sin duda moldearon su sensibilidad artística y le abrieron las puertas a un universo sonoro que lo acompañaría toda la vida. Años más tarde, ya como Sumo Pontífice, su colección de más de dos mil discos compactos y diecinueve LP no solo revela un gusto ecléctico, sino una auténtica pasión por la música en todas sus expresiones.
No se limitaba a escuchar, sino que sentía, vibraba con cada nota. Recordemos sus palabras, llenas de fervor, al hablar del "Et incarnatus est" de la Misa en Do menor de Mozart: "Te eleva a Dios". Una frase que encapsula la profunda espiritualidad que encontraba en la música del genio austriaco. Y es que para Francisco, Mozart no era solo un compositor, sino un vehículo hacia la trascendencia, un intérprete del lenguaje divino.
Su devoción por la música clásica no eclipsaba su aprecio por otros géneros. Bach, con la conmovedora "Erbarme Dich" de la Pasión Según San Mateo, le arrancaba lágrimas de emoción. Wagner, con su grandiosidad operística, lo transportaba a mundos mitológicos. Y en un registro completamente distinto, el tango de Astor Piazzolla le recordaba sus raíces argentinas, la nostalgia del arrabal porteño, el sabor de su tierra natal. Incluso el ritmo contagioso de los gospels interpretados por Elvis Presley encontraba un lugar en su corazón.
Esta aparente contradicción, esta amplitud de gustos, es precisamente lo que humaniza la figura del Papa Francisco. Nos muestra a un hombre de fe, sí, pero también a un hombre sensible, capaz de apreciar la belleza en todas sus formas. Un hombre que encontraba en la música un consuelo, una fuente de inspiración y una conexión con lo sagrado, ya sea a través de la complejidad de una sinfonía o la sencillez de una canción popular. Su legado musical, más allá de los dogmas y las doctrinas, nos invita a abrir nuestros oídos y nuestros corazones a la universalidad del arte, ese lenguaje que nos une a todos, creyentes y no creyentes, en una sola melodía de humanidad. ¿Y quién sabe? Quizás, al igual que Francisco, encontremos en la música un camino hacia la trascendencia, una ventana hacia lo divino.
Fuente: El Heraldo de México