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21 de abril de 2025 a las 09:25

Rompiendo el techo de cristal: Mujeres Forbes

La persistente brecha entre la opulencia de unas pocas y la pobreza de millones de mujeres nos obliga a una profunda reflexión. Si bien celebramos el ligero incremento en el número de mujeres multimillonarias, la realidad es que este avance es una gota en el océano frente a la abrumadora desigualdad que prevalece. 137 años para erradicar la pobreza extrema femenina es una cifra inaceptable, una condena a generaciones de niñas y mujeres a la marginación y la falta de oportunidades. La Plataforma de Acción de Beijing, un faro de esperanza hace tres décadas, nos recuerda la urgencia de abordar las disparidades de género en el acceso al poder económico. No podemos seguir ignorando la feminización de la pobreza, un fenómeno que perpetúa ciclos de vulnerabilidad y limita el potencial de desarrollo de nuestras sociedades.

La concentración de la riqueza en unas pocas manos, evidenciada por la lista Forbes, es un síntoma de un sistema que necesita una transformación radical. Si bien la presencia de mujeres en esta lista ha aumentado, su representación sigue siendo mínima, especialmente en sectores clave como la tecnología. Mientras los hombres dominan las industrias de vanguardia, las mujeres se ven relegadas a sectores tradicionales, lo que perpetúa la brecha salarial y limita sus posibilidades de acumular riqueza. Es alarmante que solo una de las diez mujeres más ricas del mundo haya construido su propio patrimonio, lo que nos habla de las barreras que enfrentan las mujeres emprendedoras y la necesidad de impulsar políticas que faciliten su acceso al financiamiento y a las redes de apoyo.

La predominancia de Estados Unidos en la lista de las mujeres más ricas del mundo nos invita a analizar las particularidades de su ecosistema económico. Si bien ofrece oportunidades para la acumulación de riqueza, también presenta desafíos en términos de igualdad de género. La historia de Alice Walton, heredera del imperio Walmart, contrasta con la de Melinda Gates, quien ha utilizado su fortuna para impulsar iniciativas filantrópicas en áreas como la salud y la educación. Estos ejemplos nos muestran la diversidad de trayectorias y la importancia de promover un modelo de riqueza responsable y comprometido con el desarrollo social.

La situación de María Asunción Aramburuzabala, la mexicana mejor posicionada en Latinoamérica, nos permite vislumbrar las complejidades del panorama regional. Si bien su éxito es un ejemplo a seguir, no podemos olvidar la realidad de millones de mujeres latinoamericanas que luchan a diario contra la pobreza y la discriminación. Es imperativo que los gobiernos y las empresas implementen políticas que promuevan la inclusión financiera, el acceso a la educación de calidad y la creación de empleos dignos para todas las mujeres.

No podemos seguir hablando de avances si la gran mayoría de las mujeres sigue atrapada en la precariedad. La falta de empleo formal, la brecha salarial, los empleos precarios y la escasa representación en los consejos de administración son muros que impiden el ascenso social de las mujeres. Es necesario un cambio cultural profundo que rompa con los estereotipos de género y promueva la participación plena de las mujeres en todos los ámbitos de la vida. Invertir en la educación de las niñas y jóvenes, especialmente en áreas STEM, es crucial para cerrar la brecha tecnológica y asegurar un futuro más equitativo para todas. El llamado a la acción es claro: no podemos esperar 137 años. El momento de actuar es ahora.

Fuente: El Heraldo de México