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21 de abril de 2025 a las 18:10

¿Messi, Dios? El Papa dice NO.

La inesperada declaración del Papa Francisco sobre Lionel Messi, afirmando que consideraba un sacrilegio llamarlo "Dios", resonó en todo el mundo. Si bien la humildad del astro argentino es bien conocida, la ferviente pasión futbolera y la nacionalidad compartida con el Sumo Pontífice, hacían pensar en una posible indulgencia con la expresión popular. Sin embargo, Francisco, con la claridad y firmeza que lo caracterizan, estableció una línea divisoria entre la admiración deportiva y la veneración divina.

"Es un modo popular de expresarse", concedió el Papa, reconociendo la intención elogiosa detrás del apodo. "Da gusto verlo jugar", agregó, demostrando su aprecio por el talento inigualable del capitán de la Albiceleste. Pero, con la misma naturalidad con la que un pastor guía a su rebaño, reiteró: "Pero no es Dios". Una frase sencilla, pero contundente, que pone de manifiesto la importancia de mantener la perspectiva y recordar que, incluso ante la genialidad deportiva, la divinidad reside en un plano distinto.

La controversia, sin embargo, no quedó ahí. El análisis del Papa Francisco sobre la trinidad futbolística – Pelé, Maradona y Messi – añadió leña al fuego. Su reconocimiento del talento excepcional de Maradona, matizado por la tristeza ante sus problemas personales, muestra una profunda comprensión de la complejidad humana. "Un grande en la cancha, pero como hombre fracasó", sentenció, dejando entrever la importancia de la integridad personal más allá de los logros profesionales.

Y luego vino la sorpresa: "Para mí, de estos tres, el mejor es Pelé". Una afirmación que seguramente desató debates acalorados en las sobremesas de todo el mundo. ¿Favorecía la nostalgia de sus años jóvenes? ¿Priorizaba la trayectoria impecable del brasileño por encima de la magia impredecible de Maradona o la precisión milimétrica de Messi? La declaración, lejos de zanjar la eterna discusión sobre el mejor jugador de la historia, la revitalizó, añadiendo la perspectiva única del líder espiritual de millones de personas.

La figura del Papa Francisco, siempre cercana a la gente, se humaniza aún más con estas declaraciones. Un hombre que, a pesar de la inmensa responsabilidad que recae sobre sus hombros, encuentra momentos para disfrutar del deporte rey y compartir sus opiniones con la misma pasión que cualquier aficionado. Su mensaje, más allá de la polémica, nos recuerda la importancia de la humildad, la integridad y la perspectiva, incluso ante las figuras más brillantes del panorama mundial. La pelota, al final, sigue rodando, y el debate continúa, enriquecido por la voz inesperada, pero siempre relevante, del Papa Francisco. Y aunque Messi no sea Dios, como bien aclaró el Pontífice, su legado futbolístico, sin duda, seguirá inspirando a generaciones de jugadores y aficionados.

Fuente: El Heraldo de México