
21 de abril de 2025 a las 07:55
Justicia: 70 años a secuestrador
La sombra del miedo se cernía sobre Cuautitlán Izcalli en julio de 2024. Un secuestro, planeado con la frialdad del cálculo, dejaba al descubierto la vulnerabilidad que acecha en las calles. Cuatro figuras, a bordo de dos motonetas, irrumpieron en la vida de un hombre, cuya identidad permanece protegida, arrebatándole la libertad con la violencia de las armas de fuego. La escena, que podría ser sacada de una película de suspenso, se desarrolló con la rapidez de una pesadilla. La víctima, despojada de su control, fue trasladada a un inmueble en la colonia La Aurora, un lugar que se convertiría en su prisión.
Allí, en la oscuridad del cautiverio, emerge la figura siniestra de Jhonzer Jovany Vázquez Contreras. No era un simple secuestrador, era el carcelero, el rostro del terror que se cernía sobre la víctima. Su misión: vigilar, amedrentar, mantener el yugo del miedo sobre el secuestrado. Los días se convirtieron en una tortura psicológica constante. Golpes que resonaban en el silencio del encierro, el olor penetrante de la gasolina que le arrojaban, la amenaza constante del fuego que podía consumirlo todo. Una crueldad metódica que buscaba quebrar la voluntad del cautivo.
Imaginen la angustia, la desesperación de la víctima, contando los minutos, esperando una oportunidad, un resquicio de esperanza en medio de la oscuridad. Y esa oportunidad llegó. En un descuido de sus captores, en un instante de vulnerabilidad del sistema que lo aprisionaba, la víctima logró escapar. Una huida desesperada, impulsada por el instinto de supervivencia, le devolvió la libertad y la posibilidad de denunciar a sus verdugos.
La Fiscalía General de Justicia del Estado de México, con la tenacidad y la precisión de un cirujano, reconstruyó los hechos, reunió las pruebas, y presentó un caso sólido ante la justicia. El resultado: una sentencia ejemplar para Jhonzer Jovany Vázquez Contreras. Setenta años de prisión, un peso aplastante que refleja la gravedad de sus actos. Setenta años para reflexionar sobre el daño infligido, sobre el terror sembrado. Además, una multa considerable, una sanción económica que se suma al castigo penal.
Este caso nos recuerda la importancia de la denuncia, la necesidad de colaborar con las autoridades para que la justicia prevalezca. Es un llamado a la sociedad a mantenerse alerta, a protegerse mutuamente, a no permitir que la impunidad se abra paso. La sentencia contra Jhonzer Jovany Vázquez Contreras es un triunfo para la justicia, un mensaje claro de que los actos de violencia no quedarán impunes. Es una victoria para la víctima, que recuperó su libertad y vio a su agresor rendir cuentas ante la ley. Y es una advertencia para aquellos que se atrevan a vulnerar la seguridad y la tranquilidad de la ciudadanía. La justicia, aunque a veces lenta, siempre llega. Y en Cuautitlán Izcalli, al menos por un tiempo, se respira un aire de justicia.
Fuente: El Heraldo de México