Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Tragedia

22 de abril de 2025 a las 02:15

Guadalajara 33 años después: las cicatrices que no se borran

Han pasado 33 años desde aquel fatídico 23 de abril de 1992, una fecha que quedó grabada a fuego en la memoria colectiva de Guadalajara. El estruendo, la nube de polvo, el olor a gasolina… precursores de una tragedia que transformaría para siempre el paisaje urbano y el alma de la ciudad. Aquel día, el corazón de la Perla Tapatía se vio sacudido por una serie de explosiones que dejaron una huella imborrable de dolor y destrucción. La cotidianidad de un martes cualquiera se transformó en un infierno dantesco. Imaginen a las familias preparándose para su día, a los comerciantes abriendo sus negocios, a los niños camino a la escuela… de pronto, el suelo tembló, el aire se llenó de un calor abrasador y el ruido ensordecedor de las explosiones resonó por toda la ciudad.

Lo que antes era el bullicioso barrio de Analco, se convirtió en un escenario de devastación. Calles enteras desaparecieron bajo los escombros, casas reducidas a polvo, vehículos retorcidos como papel de aluminio. El olor a gasolina se mezclaba con el polvo y el humo, creando una atmósfera asfixiante y surrealista. La confusión y el pánico se apoderaron de los tapatíos, quienes corrían despavoridos buscando refugio y a sus seres queridos.

Las cifras oficiales hablan de 212 vidas truncadas, 69 desaparecidos que se tragó la tierra y más de 1,800 heridos. Pero más allá de los números, cada una de esas víctimas representa una historia de vida, un proyecto interrumpido, un futuro arrebatado. Familias destrozadas, hogares perdidos y un trauma colectivo que aún perdura en la ciudad.

La tragedia del 22 de abril no solo dejó cicatrices físicas en el paisaje urbano de Guadalajara, sino también profundas heridas emocionales en sus habitantes. El miedo, la incertidumbre y el dolor se convirtieron en compañeros indeseables para quienes vivieron de cerca la catástrofe. La solidaridad del pueblo mexicano se hizo presente, brindando apoyo y consuelo a los afectados. Sin embargo, las heridas emocionales son difíciles de sanar y el recuerdo de aquel día sigue presente en la memoria de muchos.

A tres décadas de distancia, la ciudad se ha reconstruido, las calles han sido repavimentadas y nuevos edificios se alzan sobre las ruinas. Pero la memoria de la tragedia sigue viva. El 22 de abril se conmemora como un día de luto y reflexión, un recordatorio de la fragilidad de la vida y la importancia de la prevención.

Las recientes reuniones del gobernador de Jalisco con la Asociación 22 de Abril, demuestran que la lucha por la justicia y la reparación del daño continúa. El abastecimiento de medicamentos, las adecuaciones al consultorio médico y la instalación de una mesa de trabajo son pasos importantes, pero aún queda mucho por hacer. Es fundamental que las autoridades garanticen la atención integral a las víctimas y que se implementen medidas para evitar que una tragedia similar vuelva a ocurrir. El recuerdo del 22 de abril debe servir como un llamado a la responsabilidad y a la acción, para construir una ciudad más segura y resiliente. Una ciudad que honre la memoria de las víctimas y que trabaje incansablemente para que la historia no se repita.

Fuente: El Heraldo de México