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22 de abril de 2025 a las 00:05

El misterio de Grupo Frontera en la Feria.

La creciente ola de restricciones a la interpretación de narcocorridos en México ha vuelto a encender el debate sobre la libertad de expresión artística y la responsabilidad social de los músicos. El reciente episodio con Grupo Firme en la Feria Nacional de San Marcos 2025, donde se abstuvieron de interpretar "Se Fue la Pantera" debido a la legislación estatal de Aguascalientes, ilustra la complejidad de este tema. Los abucheos y silbidos del público ante la decisión de Eduin Caz y su banda no solo reflejan la popularidad del corrido, sino también la desconexión entre las regulaciones gubernamentales y los gustos de un sector de la población. Este incidente nos invita a profundizar en la figura de "La Pantera" y a analizar el fenómeno de los narcocorridos en la cultura popular mexicana.

Más allá del nombre artístico, "La Pantera" era Jesús Esteban Espinoza Velázquez, presunto operador de Dámaso López Núñez, uno de los líderes del Cártel de Sinaloa. Su dominio se extendía sobre La Paz, Baja California Sur, donde controlaba una red de actividades ilícitas. Su muerte en una emboscada en 2014, marcada por la violencia y el uso de armamento de alto calibre, se convirtió en la materia prima del corrido compuesto por Manuel Rodelo y popularizado por Grupo Firme.

La narrativa de "Se Fue la Pantera" construye una figura ambigua, un antihéroe que se introduce en el mundo del crimen organizado a la temprana edad de 12 años. La canción no solo describe su ascenso dentro de la estructura criminal, sino que también romantiza su muerte, presentándola como un acto de sacrificio para salvar a su hija. Esta construcción narrativa, característica del género del narcocorrido, apela a valores como la lealtad y la redención, aun en el contexto de la violencia y la ilegalidad. Es precisamente esta mezcla de elementos contradictorios la que genera controversia y alimenta el debate sobre la influencia de estos corridos en la sociedad.

La prohibición de los narcocorridos, si bien busca disminuir la apología del delito, también plantea interrogantes sobre la censura artística y la efectividad de estas medidas. ¿Es la prohibición la mejor herramienta para abordar la problemática de la violencia y el narcotráfico? ¿No se corre el riesgo de generar un efecto contrario, aumentando el morbo y la popularidad de estas canciones? Además, se abre el debate sobre la responsabilidad de los artistas en la creación y difusión de narrativas que pueden idealizar figuras del crimen organizado.

El caso de Grupo Firme y "Se Fue la Pantera" es solo un ejemplo de la tensión existente entre la libertad artística, la responsabilidad social y la lucha contra la delincuencia. Es un debate que requiere un análisis profundo y un diálogo abierto entre artistas, autoridades y la sociedad en su conjunto. La música, como reflejo de la realidad social, debe ser un espacio para la reflexión y el análisis crítico, no solo para el entretenimiento. El futuro de los narcocorridos y su lugar en la cultura mexicana dependerá de la capacidad de encontrar un equilibrio entre la libertad de expresión y la construcción de una sociedad más justa y pacífica.

Fuente: El Heraldo de México