
21 de abril de 2025 a las 09:40
Diplomacia MX: ¿Sueldos justos?
La situación salarial del Servicio Exterior Mexicano (SEM) se ha convertido en un tema de crucial importancia, no solo para quienes lo integramos, sino para el futuro de la diplomacia mexicana. Durante 25 años, nuestros sueldos han permanecido congelados, sin ajustes que reflejen la realidad económica global, mucho menos la inflación galopante que se vive en gran parte del mundo. Esto nos coloca en una posición precaria, especialmente al compararnos con diplomáticos de otros países, incluso de economías emergentes como Brasil, India o Sudáfrica. Imaginen la complejidad de representar los intereses de México en foros internacionales, negociando con contrapartes que perciben remuneraciones significativamente mayores. No se trata de una cuestión de ego, sino de la capacidad de desenvolvernos con la dignidad y el decoro que exige la representación de un país soberano.
Mi experiencia personal como Cónsul de Asuntos Económicos y Políticos en Montreal ilustra esta problemática. Si bien mi salario de 5,045 dólares estadounidenses mensuales puede parecer considerable en México, la realidad en Montreal es muy diferente. Esta ciudad canadiense tiene un costo de vida notoriamente alto, 50% superior al de la Ciudad de México, según datos de Numbeo. En un contexto donde la vivienda se ha vuelto prácticamente inaccesible para muchos canadienses, con aumentos desorbitados en rentas e hipotecas, y donde la alimentación saludable implica un gasto considerable debido a la importación de frutas y verduras, mantener un nivel de vida digno se convierte en un desafío constante. Y esto no es una queja, es la descripción de una realidad que afecta a todos mis colegas en el SEM.
Además, la labor diplomática conlleva una serie de particularidades que impactan directamente en nuestra economía familiar. En muchos casos, somos el único sostén de nuestros hogares, ya que las posibilidades laborales de nuestras parejas se ven limitadas por la falta de acuerdos de reciprocidad o por las dificultades para revalidar títulos y adaptarse a un nuevo mercado laboral. Incluso cuando existen acuerdos, como en Canadá y Estados Unidos, el proceso de adaptación profesional puede ser largo y complejo, a menudo con la pérdida de ingresos y estabilidad.
La educación de nuestros hijos también representa un reto. La movilidad inherente al SEM, con cambios de país cada tres a cinco años, dificulta su continuidad académica. En muchas ocasiones, la mejor opción es inscribirlos en escuelas internacionales con programas en inglés o francés, lo que implica colegiaturas elevadas. Imaginen el desafío que supone para un niño o niña adaptarse a un sistema educativo polaco un año, luego a uno en mandarín al siguiente, y posteriormente intentar revalidar sus estudios en México. Esta no es una decisión caprichosa, sino una necesidad derivada de la naturaleza de nuestro trabajo.
Es importante comprender que esta rotación constante no es un capricho, sino una estrategia fundamental para cualquier servicio exterior. Sirve para evitar la asimilación excesiva al país receptor, mantener una perspectiva nacional objetiva y prevenir la formación de redes de poder que puedan comprometer la defensa de los intereses nacionales. Además, la rotación garantiza una visión fresca y renovada en cada puesto, fortaleciendo la profesionalización del cuerpo diplomático. Sin embargo, este mecanismo, vital para la soberanía nacional, tiene un costo significativo para las familias de los diplomáticos.
Representar a México en el exterior es un honor, sin duda, pero también implica un sacrificio constante. Nos exige vivir lejos de nuestras familias y redes de apoyo, adaptarnos a culturas diferentes y afrontar con resiliencia los impactos emocionales, profesionales y económicos de una vida itinerante. Por eso, las recientes declaraciones de la Presidenta Claudia Sheinbaum sobre la revisión y actualización del tabulador de sueldos del SEM son alentadoras. Es un paso fundamental para reconocer la importancia de nuestra labor y garantizar una remuneración acorde con la responsabilidad y complejidad que conlleva.
No se trata de pedir privilegios, sino de asegurar las condiciones necesarias para que los diplomáticos mexicanos podamos desempeñar nuestras funciones con eficacia y dignidad. Una política exterior sólida y efectiva requiere un servicio exterior profesional y bien remunerado. Invertir en el SEM es invertir en la proyección internacional de México, en la defensa de sus intereses y en la promoción de los valores que nos distinguen como nación. Defender a quienes representamos a México en el mundo es, en definitiva, defender a México.
Fuente: El Heraldo de México