La atmósfera electrizante del Allegiant Stadium en Las Vegas palpitaba con la anticipación de un enfrentamiento titánico. Cody Rhodes, el portador del Campeonato Indiscutible de la WWE, se enfrentaba a la leyenda viviente, John Cena, en un combate que prometía reescribir la historia de WrestleMania. Para Rhodes, “la Pesadilla Americana”, este encuentro representaba la consolidación de su legado, la prueba definitiva de su reinado tras la emotiva victoria en WrestleMania 40. Para Cena, el 16 veces campeón mundial, era la oportunidad de añadir otro capítulo glorioso a su ilustre carrera, una última danza en el escenario más grande de todos, una despedida anunciada como su última aparición en un evento principal de WrestleMania.

La tensión se había gestado semanas atrás, cuando la aparente camaradería entre ambos competidores se fracturó de forma dramática. Tras el rechazo de Rhodes a la propuesta de The Rock, Cena, quien inicialmente parecía ofrecer su apoyo a la “Pesadilla Americana”, lo traicionó con una frialdad impactante, dejando atónitos a los fanáticos. Cena, el ídolo, declaró su indiferencia hacia la aprobación del público, abrazando una nueva personalidad cínica y despiadada.

El combate comenzó con un Cena dominante, tratando a Rhodes con desdén, casi burlándose de su oponente. Sus movimientos calculados y precisos parecían minar la resistencia de Rhodes, quien se veía visiblemente afectado por la intensidad del ataque. La sombra de la derrota se cernía sobre el campeón. Sin embargo, como un fénix resurgiendo de las cenizas, Rhodes logró revertir la situación, conectando una serie de golpes certeros que hicieron tambalear a Cena. El público estalló en júbilo, la esperanza renacía en sus corazones.

El combate se convirtió en una montaña rusa emocional, con ambos luchadores intercambiando golpes demoledores. Cena, con la experiencia de un veterano, estuvo a punto de sellar la victoria con su característico "Ajuste de Actitud", pero Rhodes resistió con una tenacidad admirable. La tensión era palpable, cada movimiento podía ser el definitivo.

Un momento de controversia sacudió el encuentro: en medio del caos, el árbitro quedó fuera de combate. Rhodes aplicó su devastador "CrossRhodes" sobre Cena, pero sin un oficial para realizar el conteo, la victoria se le escapó de las manos. La frustración era evidente en el rostro del campeón.

Aprovechando la confusión, Cena, con una mirada fría y calculadora, recurrió a tácticas ilegales, quitando la protección del ring y estrellando a Rhodes contra el metal expuesto. El público rugía en desaprobación, pero Cena parecía impasible. El combate se había convertido en una guerra sin cuartel.

La intervención de Travis Scott, presente en el ringside, añadió otra capa de dramatismo a la narrativa. El rapero intentó interferir en favor de Cena, pero terminó recibiendo un "CrossRhodes" de un Rhodes furioso. En medio del tumulto, Cena intentó golpear a Rhodes con el cinturón del campeonato, un acto desesperado por asegurar la victoria. Pero Rhodes, con una mezcla de astucia y resistencia, logró esquivar el golpe y, en un acto de justicia poética, conectó un golpe bajo seguido de un cinturonazo en la cara de Cena. El público enloqueció.

El final fue contundente. Rhodes, con el rostro ensangrentado pero con la mirada firme, cubrió a Cena para la cuenta de tres. La victoria era suya. El Allegiant Stadium se convirtió en un mar de vítores y aplausos. Cody Rhodes, "la Pesadilla Americana", había defendido su título contra una de las mayores leyendas de la WWE en un combate que será recordado por generaciones. Una noche histórica en WrestleMania, una noche de drama, emoción y triunfo. Una noche que consolidó a Cody Rhodes como una de las figuras más importantes de la lucha libre profesional.