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21 de abril de 2025 a las 15:45

Adiós a Francisco: 100 campanadas en la Catedral

Un silencio denso, apenas interrumpido por el murmullo de la ciudad despertando, fue rasgado por el sonido grave y solemne de la campana mayor de la Catedral Metropolitana. Un tañido, dos, tres… cien veces el bronce vibró en el aire frío de la madrugada, llevando consigo la noticia que nadie quería escuchar: el Papa Francisco había fallecido. La noticia, confirmada en las primeras horas de este lunes, se extendió como una onda expansiva por el mundo, llevando consigo una ola de tristeza y consternación. En la Ciudad de México, el corazón del país, el Centro Histórico se convirtió en el epicentro del duelo. Las cien campanadas, una antigua tradición para anunciar el fallecimiento del Sumo Pontífice, resonaron con una fuerza inusual, cargadas de un simbolismo profundo. Cada toque, espaciado por 40 segundos de silencio expectante, parecía un latido final, un último suspiro de un pontificado que marcó una época.

La Catedral, imponente testigo de la historia de México, se erigió como el punto focal del dolor colectivo. A su alrededor, las luces de la ciudad, aún tenues en la madrugada, parecían parpadear con incredulidad. Poco a poco, las calles comenzaron a llenarse de personas, atraídas por el sonido lúgubre de las campanas. Rostros conmocionados, lágrimas silenciosas, abrazos de consuelo… una escena que se repetía en parroquias y catedrales de todo el mundo.

El redoble final, tras los cien toques individuales, fue un estallido de sonido que resonó en el alma de la ciudad. Todas las campanas de la Catedral, unidas en un coro fúnebre, anunciaban la partida del pastor universal. Un sonido que se grabó en la memoria colectiva, un eco que resonará por mucho tiempo. El Papa Francisco, el Papa de la humildad, de la cercanía con los más necesitados, el Papa de la "Iglesia en salida", había dejado este mundo.

Más allá del protocolo y la tradición, las campanadas de esta madrugada representaron algo más profundo. Fueron un llamado a la reflexión, un recordatorio de la fragilidad de la vida, una invitación a la unidad en el dolor. En cada rincón de la Ciudad de México, desde los barrios más humildes hasta las zonas más acomodadas, el sonido de las campanas resonó en los corazones, dejando una huella imborrable.

En los próximos días, la ciudad, el país y el mundo entero se preparan para despedir al Papa Francisco. Se esperan homenajes multitudinarios, ceremonias cargadas de simbolismo y un profundo sentimiento de pérdida. Pero más allá de los actos oficiales, el verdadero homenaje será el que cada persona lleve en su corazón, recordando el legado de un Papa que supo tocar las fibras más sensibles de la humanidad. Un legado de amor, de compasión, de esperanza y de lucha por un mundo más justo y fraterno. Un legado que, como el sonido de las campanas en la madrugada, resonará por siempre en la historia.

El eco de las campanas se desvanece lentamente, dejando un silencio preñado de significado. Un silencio que invita a la oración, a la reflexión, al recuerdo. Un silencio que nos recuerda que, aunque el Papa Francisco ya no esté físicamente entre nosotros, su mensaje de amor y esperanza seguirá vivo en el corazón de millones de personas en todo el mundo. Descanse en paz.

Fuente: El Heraldo de México