
20 de abril de 2025 a las 20:15
Vuelve al trabajo sin el bajón postvacacional
La maleta ya está cerrada, el último rayo de sol del último domingo de vacaciones se filtra por la ventana, pintando un cuadro agridulce en la pared. La melancolía se instala, una sensación familiar que baila entre la nostalgia por los días de descanso y la aprensión por el inminente regreso a la rutina. Ese nudo en el estómago se aprieta un poco más con cada kilómetro que devora el coche camino a casa. Y mañana… mañana espera la oficina.
Ese pensamiento se convierte en una losa conforme se acerca el lunes. El corazón, que latía al ritmo tranquilo de las olas del mar, comienza a acelerarse con la misma cadencia que el tic-tac del reloj. La oficina, antes un espacio familiar, ahora se percibe como un territorio desconocido. Ver a los compañeros, antes una alegría, se convierte en un recordatorio del fin de la libertad. Las manos sudan, la respiración se agita, el estómago se revuelve… Ese vacío, esa tristeza, esa añoranza por la desconexión, por la arena en los pies, por el libro entre las manos… Es el síndrome posvacacional, un fantasma que acecha a muchos al terminar el periodo de descanso.
No se trata de una enfermedad, aclaran los expertos, sino de un proceso natural, una readaptación a la vida laboral. Es como si el cuerpo y la mente, acostumbrados al ritmo lento y placentero del descanso, necesitaran un tiempo para volver a engranar con la velocidad del día a día. Sin embargo, este proceso puede volverse especialmente cuesta arriba dependiendo de las circunstancias. Una carga excesiva de trabajo, jornadas interminables que se comen las horas del día, la presión constante por cumplir objetivos, la falta de apoyo por parte de los superiores, el desequilibrio entre la vida profesional y la personal… Todos estos factores pueden intensificar la sensación de malestar, convirtiendo el regreso al trabajo en una verdadera cuesta arriba.
Pero no todo está perdido. Existen estrategias, pequeños cambios que podemos implementar para suavizar la transición y afrontar la vuelta con una actitud más positiva. No se trata de magia, sino de pequeños gestos de autocuidado que pueden marcar la diferencia.
Planifica tu regreso: No aterrices directamente en la vorágine. Si es posible, regresa de tus vacaciones un par de días antes de reincorporarte al trabajo. Esto te dará un margen para adaptarte al cambio de ritmo, deshacer las maletas con calma, retomar tus rutinas de sueño y prepararte mentalmente para el regreso.
Organiza tu espacio de trabajo: Un escritorio ordenado y limpio puede influir positivamente en tu estado de ánimo. Dedica unos minutos a organizar tu espacio, elimina lo innecesario y crea un ambiente de trabajo agradable. Una planta, una foto que te traiga buenos recuerdos, pequeños detalles que te ayuden a personalizar tu espacio y hacerlo más acogedor.
Prioriza y delega: No intentes abarcarlo todo el primer día. Establece prioridades, identifica las tareas más urgentes y delega, si es posible, algunas responsabilidades. Divide tus objetivos en pequeñas metas alcanzables, esto te ayudará a sentir que progresas y a evitar la sensación de agobio.
Reconecta con tus compañeros: El contacto social puede ser un gran aliado. Dedica un tiempo a charlar con tus compañeros, compartir anécdotas de las vacaciones y ponerte al día con las novedades. Reconectar con tu entorno laboral te ayudará a sentirte parte del equipo y a reducir la sensación de aislamiento.
Mantén hábitos saludables: Durante las vacaciones, solemos descuidar un poco nuestras rutinas. Retoma la actividad física, aunque sea con pequeños paseos, cuida tu alimentación e intenta dormir las horas necesarias. Un cuerpo sano contribuye a una mente sana.
Desconecta al terminar la jornada: Establece límites claros entre tu vida laboral y personal. Al terminar tu jornada, desconecta del trabajo, evita revisar correos electrónicos o atender llamadas. Dedica tiempo a tus hobbies, a tu familia y amigos. El descanso y la desconexión son esenciales para recargar energías y afrontar el día siguiente con una actitud positiva.
El síndrome posvacacional es una experiencia común, pero no tiene por qué arruinar tu regreso. Con un poco de planificación y autocuidado, puedes suavizar la transición y volver al trabajo con energía renovada. Recuerda, las vacaciones son un recuerdo para atesorar, una fuente de energía a la que puedes recurrir para afrontar los retos del día a día.
Fuente: El Heraldo de México