¡Mick Jagger al altar… otra vez! Aunque suene a un disco rayado, la leyenda viviente del rock, el incombustible Mick Jagger, ha confirmado su compromiso con la bailarina Melanie Hamrick. Tres años después de la propuesta inicial, la noticia ha corrido como la pólvora, avivando la llama de la curiosidad en torno a una de las figuras más icónicas del rock and roll. Si bien la pareja ha mantenido su relación bajo un discreto velo, la reciente declaración de Hamrick a la revista Paris Match y la posterior confirmación del propio Jagger han destapado la champaña (metafóricamente, por ahora).

Lo curioso es que no se trata de una boda inminente, ni siquiera de planes concretos. Más bien, parece una confirmación serena, una aceptación pública de un compromiso que ya existía en la intimidad. Hamrick, en sus propias palabras, se muestra cautelosa ante los cambios, priorizando la felicidad y el equilibrio que han construido juntos. "Estamos muy contentos con nuestra vida actual", declara, una frase que resuena con la madurez de una relación que ha navegado las turbulentas aguas de la diferencia de edad y la presión mediática.

Hablando de edad, los 44 años que separan a la pareja no parecen ser un obstáculo para su felicidad. Hamrick, con una seguridad admirable, desestima las opiniones ajenas, enfocándose en el bienestar propio y de su círculo cercano. Una postura refrescante en un mundo obsesionado con la imagen y los estándares convencionales. "¿Soy feliz? Sí. ¿Las personas de mi vida lo están? Sí", sentencia la bailarina, dejando claro que la felicidad es una métrica personal, ajena a los juicios externos.

Para Jagger, este sería su segundo matrimonio legal, un dato que sorprende considerando su extensa y colorida historia amorosa. Un historial que incluye un matrimonio con Bianca Jagger y una unión no reconocida legalmente con Jerry Hall, además de una constelación de romances que han alimentado las páginas de la prensa rosa durante décadas. Este nuevo capítulo, sin embargo, se presenta con un tono distinto, marcado por la discreción y la búsqueda de estabilidad.

La propuesta, según Hamrick, llegó hace dos o tres años. Un gesto que, aunque tardío en su anuncio público, simboliza un compromiso profundo, más allá de las convenciones sociales. La pareja no descarta una celebración simbólica en el futuro, aunque se mantienen alejados de la idea de una gran ceremonia. Prefieren la intimidad, la conexión genuina, un reflejo de la madurez que caracteriza esta etapa de sus vidas.

Deveraux, el hijo de ocho años que comparten, es el testimonio tangible de su amor. Un lazo que fortalece su unión y que, sin duda, será testigo de la evolución de esta singular historia de amor. ¿Será este el capítulo final de las aventuras románticas de Mick Jagger? Solo el tiempo lo dirá. Por ahora, nos quedamos con la imagen de una leyenda del rock que, a sus 81 años, apuesta por la felicidad en compañía de la mujer que ha conquistado su corazón. Un final, o quizás un nuevo comienzo, digno de una canción de los Rolling Stones.