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20 de abril de 2025 a las 21:25
Huesos de mamut en Tamaulipas
La serendipia de un descubrimiento paleontológico ha vuelto a sacudir la tierra tamaulipeca. Una llamada anónima, como un susurro del pasado, guió a los expertos del INAH hacia el Ejido Francisco, en el municipio de Tula. Imaginen la escena: el sol abrasador del sur de Tamaulipas, la polvorienta brecha abriéndose paso entre la maleza, la expectativa palpable en el aire. El arroyo conocido como El Vado La Muralla, que conecta con el Ejido Calabacillas del municipio de Bustamante, se convirtió en el epicentro de una investigación que podría reescribir la historia prehistórica de la región. No se trataba de un tesoro enterrado por piratas, ni de una reliquia olvidada por alguna civilización ancestral. Lo que emergía de la tierra, fragmento a fragmento, era un testimonio mucho más antiguo, un eco de una era en la que gigantescos mamuts recorrían estas mismas tierras.
La pieza ósea rescatada, posiblemente parte de la pelvis de un mamut, es ahora el centro de todas las miradas. En los laboratorios del INAH, manos expertas la analizarán con minuciosidad, buscando descifrar los secretos que guarda en su interior. ¿Cuántos miles de años han pasado desde que este coloso prehistórico caminó por estas tierras? ¿Qué nos puede revelar sobre el clima, la vegetación y la fauna de aquella época remota? Las respuestas, como piezas de un rompecabezas, comenzarán a encajar a medida que avancen las investigaciones.
El hallazgo en Tula nos conecta con una red de descubrimientos similares que se han producido a lo largo y ancho del país. Desde la Cuenca de México, donde los restos de más de 200 mamuts han emergido de las antiguas orillas de lagos como Chalco, Xochimilco y Texcoco, hasta el asombroso descubrimiento de más de 40,000 huesos fosilizados en Santa Lucía, durante la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la presencia de estos gigantes prehistóricos se ha manifestado una y otra vez, recordándonos la riqueza paleontológica de México.
El descubrimiento de Tultepec en 2020, con 824 huesos de 14 mamuts, es otro ejemplo de cómo la casualidad y las obras humanas pueden desenterrar tesoros del pasado. Estos hallazgos no son meros objetos de estudio para los científicos; son ventanas a un mundo perdido, oportunidades para comprender mejor la evolución de la vida en nuestro planeta y la interacción entre los megamamíferos y los primeros seres humanos.
La posible presencia de un mamut en Tamaulipas añade una nueva dimensión a este panorama. Si se confirma la especie, podríamos estar ante un Mammuthus columbi, uno de los últimos gigantes en desaparecer de la faz de la Tierra. El Valle del Mamut, en Xicoténcatl, a tan solo dos horas de Tula, se convierte en un punto de referencia clave para entender la distribución geográfica de estos animales. ¿Existió una conexión entre las poblaciones de mamuts de Tamaulipas y las del centro del país? ¿Qué rutas migratorias seguían? Estas son solo algunas de las preguntas que los investigadores intentarán responder.
El apoyo de la Guardia Estatal de Tamaulipas en el traslado de los restos óseos subraya la importancia de este descubrimiento. La colaboración entre las autoridades y las instituciones científicas es fundamental para preservar el patrimonio paleontológico de México y para asegurar que estos hallazgos se estudien y se compartan con el público. Imaginen la posibilidad de visitar un museo en Tula, donde se exhiban los restos de este mamut, junto con la reconstrucción de su hábitat y la historia de su descubrimiento. Sería una oportunidad invaluable para conectar con nuestro pasado y para comprender mejor el presente.
Fuente: El Heraldo de México