
20 de abril de 2025 a las 09:30
El Alzheimer: Una mirada al ocaso
Adentrarse en el ocaso de la vida de un ser querido, especialmente cuando la persona que conocimos se desvanece lentamente en la niebla del olvido, es una experiencia desgarradora que la obra "Blanco atardecer" explora con una sensibilidad conmovedora. No se trata simplemente de una despedida, sino de un duelo anticipado, una pérdida en vida que nos confronta con la fragilidad de la memoria y la persistencia del amor. María José Delgado, autora e intérprete de la obra, nos invita a un viaje íntimo a través de la historia de Macaria y su abuela Estela, una relación transformada por la implacable presencia de la demencia. La directora, Naolli Eguiarte, consigue, con gran maestría, plasmar en escena la complejidad de esta situación, donde los recuerdos se diluyen como la luz al atardecer, dejando tras de sí un vacío que se llena de preguntas, miedos y un amor que se resiste a desaparecer.
La demencia no solo borra los recuerdos del pasado, sino que también desdibuja el presente, transformando la identidad de quien la padece. Este proceso, tan doloroso para quienes lo presencian, es el eje central de "Blanco atardecer". No se trata de una representación idealizada de la enfermedad, sino de una mirada honesta, a veces cruda, sobre el desgaste emocional que supone para el cuidador. Macaria, en su amor incondicional por su abuela, se enfrenta a la frustración, al cansancio y a la impotencia, sentimientos que resuenan en lo más profundo de quienes han vivido una experiencia similar.
La obra, enriquecida por la experiencia personal de Delgado y los testimonios recogidos durante su voluntariado en un asilo, trasciende lo individual para convertirse en un reflejo de una realidad social a menudo silenciada. La puesta en escena, con elementos simbólicos como la figurita de cerámica, la carpetita tejida o el rosario, evoca la familiaridad de los hogares y nos conecta con nuestras propias historias, con nuestras abuelas, con la fragilidad de la vida. "Blanco atardecer" nos invita a reflexionar sobre cómo queremos vivir nuestra vejez, cómo queremos acompañar a nuestros seres queridos en ese tránsito y cómo podemos encontrar la fuerza para afrontar la pérdida, incluso cuando esta se produce lentamente, día tras día, ante nuestros ojos.
La resonancia emocional de la obra se evidencia en los testimonios de los espectadores, quienes han encontrado en ella un espacio para procesar su propio dolor, para llorar las despedidas postergadas y para reconciliarse con la complejidad de los afectos. "Blanco atardecer" no ofrece respuestas fáciles, pero sí un espacio de encuentro con la fragilidad, la pérdida y la persistencia del amor en las circunstancias más difíciles. Es una obra que nos recuerda la importancia de valorar cada momento, cada recuerdo, cada gesto de cariño, mientras la luz del día aún ilumina nuestros caminos. Una experiencia teatral que permanece en la memoria mucho después de que el telón haya caído.
Fuente: El Heraldo de México