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21 de abril de 2025 a las 02:25

Conductora y pasajeras rescatadas en Xochimilco

La madrugada del domingo 20 de abril de 2025 quedará grabada en la memoria de los habitantes de la zona chinampera de Xochimilco. Un estruendo rompió la quietud de la noche, un automóvil se había precipitado a uno de los canales que serpentean entre las chinampas. La escena, que podría haber terminado en tragedia, se convirtió en un ejemplo de solidaridad vecinal.

Imaginen la oscuridad, la humedad de la tierra, el silencio roto por el impacto metálico contra el barandal, seguido del chapoteo del agua. Las tres mujeres atrapadas dentro del vehículo, desorientadas, con el agua subiendo rápidamente a su alrededor. El pánico, sin duda, se apoderó de ellas. En ese instante, la rápida reacción de los vecinos fue crucial. Sin pensarlo dos veces, se lanzaron al rescate, luchando contra la corriente y la oscuridad para sacar a las ocupantes antes de que el auto se sumergiera por completo.

Un tío de las afectadas, alertado por el ruido, fue uno de los primeros en llegar al lugar. “Mi tío y familia escucharon el choque, salieron y se pusieron a auxiliar. La camioneta no se fue completamente al canal, los barandales amortiguaron el golpe y quedó flotando,” relató con voz entrecortada a los medios. Esos barandales, quizá desapercibidos en el día a día, se convirtieron en la línea tenue entre la vida y la muerte.

La tensión se palpaba en el ambiente. Las tres mujeres, una madre, su hija y una tercera pariente, fueron rescatadas con vida gracias a la valentía y la pericia de los vecinos. El alivio se mezclaba con la preocupación. Según reportes de las autoridades, las mujeres presentaban aliento alcohólico, lo que sugiere que regresaban de una fiesta. Una de ellas, de 58 años, sufrió una fractura de clavícula y una herida en la cabeza, requiriendo traslado inmediato a un hospital. Las otras dos, afortunadamente, solo presentaron golpes menores.

El rescate de las ocupantes fue solo el primer acto de este drama. Sacar el vehículo del canal se convirtió en una odisea de casi dos horas. La grúa, de gran tamaño, luchaba contra el terreno fangoso y el peso del automóvil. Las cadenas, sometidas a una tensión extrema, se rompieron en varias ocasiones, prolongando la angustia y la espera.

La situación se complicó aún más cuando llegó la policía. Los vecinos, protectores de las mujeres a quienes acababan de rescatar, se opusieron a la detención de la conductora. Si bien la ley exige que se presente ante las autoridades cuando hay lesionados en un accidente, los habitantes argumentaban la excepcionalidad de las circunstancias y el estado emocional de las involucradas, pidiendo comprensión a las autoridades. Se generó un momento de tensión entre la aplicación de la ley y la solidaridad vecinal, un dilema que refleja la complejidad de las situaciones humanas.

La investigación sigue en curso. Las autoridades aún no han determinado si procederán legalmente contra la conductora. El vehículo, mudo testigo de los acontecimientos, será pieza clave para deslindar responsabilidades. Este incidente, más allá de las notas policiales, nos deja una profunda reflexión sobre la importancia de la solidaridad vecinal, la fragilidad de la vida y las consecuencias de las decisiones que tomamos. Un recordatorio de que, en ocasiones, la línea entre la celebración y la tragedia puede ser tan delgada como un barandal en la oscuridad de la noche.

Fuente: El Heraldo de México