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20 de abril de 2025 a las 05:25

Barranco vs. Narcocorridos: ¿Héroes o Villanos?

La controversia desatada por Los Alegres del Barranco y las palabras de Mario Quintero nos obligan a mirar de frente el complejo panorama de los narcocorridos y su lugar en la cultura mexicana. ¿Es la música un reflejo de la realidad o un catalizador de la misma? Quintero argumenta que los corridos simplemente narran lo que existe, como un cronista musical del submundo del narcotráfico. Si el narco desaparece, la inspiración para estos cantos también se desvanecería, según su lógica. Pero, ¿es realmente tan simple? ¿Puede una narrativa, por más "objetiva" que pretenda ser, estar exenta de influir en la percepción y las acciones de quienes la escuchan?

La proyección de la imagen de "El Mencho" durante el concierto de Los Alegres del Barranco trasciende la simple crónica. Se convierte en una especie de homenaje, una glorificación visual de un personaje ligado a la violencia y el sufrimiento. Es ahí donde la línea entre la narración y la apología se difumina, y donde la defensa de la "libertad de expresión artística" se vuelve un terreno pantanoso. ¿Dónde termina la libertad artística y comienza la responsabilidad social? ¿Acaso los artistas no tienen un deber ético de considerar el impacto de sus obras, especialmente en un contexto tan sensible como el del narcotráfico en México?

Las disculpas posteriores de la banda, aunque necesarias, no borran el acto. Argumentar que se inspiran en "historias populares" dentro de la tradición del corrido mexicano es un argumento válido, pero incompleto. La tradición del corrido, rica y diversa, ha narrado historias de héroes y villanos, de amores y tragedias, de revoluciones y resistencias. Sin embargo, la romantización del narcotráfico, la presentación de criminales como figuras casi míticas, es una perversión de esa tradición, una distorsión que alimenta un ciclo de violencia y admiración por el poder ilícito.

La prohibición de este tipo de música en algunos estados, aunque controvertida, refleja la preocupación de las autoridades por el impacto social de estos mensajes. No se trata de censurar la expresión artística, sino de proteger a la sociedad de una narrativa que puede normalizar e incluso idealizar la violencia. Es un debate complejo, sin respuestas fáciles. ¿Cómo equilibrar la libertad creativa con la responsabilidad social? ¿Cómo evitar que la música, en lugar de ser un vehículo de expresión y reflexión, se convierta en una herramienta de propaganda para el crimen organizado?

El caso de Los Alegres del Barranco y la reflexión de Mario Quintero abren una ventana a un diálogo crucial. No se trata solo de música, sino de la construcción de una narrativa cultural, de la forma en que nos contamos a nosotros mismos y a las futuras generaciones la historia de México. Es un debate que debe involucrar a artistas, autoridades, académicos y a la sociedad en su conjunto, para encontrar un camino que permita la expresión artística sin comprometer la seguridad y el bienestar colectivo. El futuro de la música mexicana, y en cierta medida el futuro del país, dependen de la respuesta que encontremos a estas preguntas.

Fuente: El Heraldo de México