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19 de abril de 2025 a las 01:35

Vive la pasión de Puebla este Viernes Santo

La vibrante ciudad de Puebla volvió a ser testigo de una impresionante manifestación de fe. Un río humano, compuesto por más de 180 mil almas, inundó las calles del Centro Histórico este Viernes Santo, superando incluso las expectativas iniciales de 160 mil asistentes. Desde las primeras horas del día, una marea de devotos, con la esperanza iluminando sus rostros, comenzó a congregarse en las diferentes iglesias de la ciudad, preparándose para acompañar a las veneradas imágenes en su tradicional recorrido.

El aire se cargaba de una atmósfera única, una mezcla de fervor religioso y profunda solemnidad. Los fieles, provenientes de todos los rincones de la ciudad e incluso de lugares más lejanos, aguardaban pacientemente la salida de las imágenes. El Señor de las Maravillas, con su imponente presencia, el Niño Doctor, fuente de esperanza para los enfermos, Jesús Nazareno, llevando sobre sus hombros el peso del pecado del mundo, y la Virgen de la Soledad, símbolo del dolor y la fortaleza, encabezaron la procesión, partiendo desde diferentes templos para finalmente converger en la majestuosa Catedral de Puebla.

La Catedral, imponente testigo de la historia poblana, se convirtió en el epicentro de la fe. Allí, bajo la imponente bóveda, el arzobispo Víctor Sánchez Espinoza, en su último Viernes Santo al frente de la Arquidiócesis, ofreció un emotivo mensaje que resonó en el corazón de los presentes. Sus palabras, cargadas de significado y profunda reflexión, recordaron la importancia de la Última Cena y el sacrificio de Jesús, invitando a los fieles a meditar sobre el verdadero significado de la Semana Santa. Un silencio reverente se apoderó de la multitud mientras las palabras del arzobispo resonaban en el recinto sagrado. La emoción era palpable, una mezcla de devoción y nostalgia por la despedida del pastor que durante tantos años ha guiado a su rebaño.

Tras el conmovedor mensaje, el viacrucis dio inicio. Miles de fieles, unidos por la fe, acompañaron a las imágenes en su recorrido por las calles del Centro Histórico. El sonido de los rezos, los cantos y los silencios profundos creaban una atmósfera de recogimiento y respeto. Cada paso de la procesión era un acto de fe, una muestra de la profunda devoción que caracteriza a la ciudad de Puebla.

La despedida del arzobispo Sánchez Espinoza añadió un matiz especial a esta celebración. El cariño y la gratitud de los asistentes se hicieron evidentes en cada mirada, en cada gesto. Su último Viernes Santo al frente de la Arquidiócesis quedará grabado en la memoria colectiva como un testimonio de su entrega y servicio a la comunidad.

El Centro Histórico, impregnado de historia y tradición, se transformó en un escenario de fe viva. Puebla, una vez más, reafirmó su profunda devoción católica en uno de los días más sagrados del calendario litúrgico. La procesión de Viernes Santo, con su impresionante despliegue de fe y fervor, se convirtió en un recordatorio tangible de la fuerza de la tradición y la importancia de la espiritualidad en el corazón de los poblanos. Una experiencia que sin duda resonará en el alma de los asistentes durante mucho tiempo.

Fuente: El Heraldo de México