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18 de abril de 2025 a las 09:25

¿Trump contra las cuerdas?

La estrategia de Donald Trump, heredada de su mentor Roy Cohn, se basa en dos pilares: proclamar la victoria, incluso ante la adversidad más evidente, y contraatacar ferozmente cualquier acusación. Esta táctica, que le ha servido a lo largo de su carrera empresarial, se ha convertido en el sello distintivo de su presidencia, generando una profunda polarización y una creciente incertidumbre a nivel global.

Mientras sus partidarios lo ven como un revolucionario que busca renegociar el papel de Estados Unidos en el escenario mundial, sus críticos advierten sobre las consecuencias devastadoras de sus políticas. La imposición de aranceles, comparada por algunos economistas con una "guerra de Vietnam económica", ha desatado una reacción en cadena. Países como Vietnam, China y miembros de la Unión Europea buscan activamente alternativas comerciales, minando la posición dominante de Estados Unidos y generando desconfianza en la que alguna vez fue considerada “la nación indispensable”.

Esta "guerra comercial", lejos de fortalecer la economía estadounidense, la está debilitando, al tiempo que erosiona la confianza internacional. El proteccionismo de Trump, si bien resuena en algunos sectores de la población estadounidense, está aislando al país y creando un clima de incertidumbre en los mercados globales.

En el ámbito doméstico, la situación no es menos preocupante. Los nombramientos de funcionarios sin la experiencia o el temperamento adecuado han generado caos e ineficiencia en la administración pública. El Departamento de Eficiencia Gubernamental, lejos de optimizar los recursos, parece estar desmantelando las estructuras estatales, generando un vacío de poder y debilitando la capacidad de respuesta del gobierno.

Cada decisión de Trump se convierte en una prueba de fuego para sus seguidores y en munición para sus detractores. Esta polarización extrema dificulta el diálogo y la búsqueda de soluciones consensuadas. La lealtad ciega exigida por el presidente a sus partidarios crea un ambiente de hostilidad y desconfianza que paraliza el debate político.

La obsesión de Trump por concentrar el poder en la presidencia, marginando al poder legislativo y judicial, representa una grave amenaza para el equilibrio de poderes y el estado de derecho. Su desprecio por las decisiones judiciales y su empeño en imponer su propia agenda, sin importar las consecuencias, genera un clima de inestabilidad y confrontación.

La nostalgia de un pasado idealizado y el deseo de reafirmar la supremacía estadounidense son sentimientos comprensibles, pero las políticas de Trump, lejos de alcanzar esos objetivos, están conduciendo al país por un camino peligroso, cuyas consecuencias aún son incalculables. La pregunta que queda en el aire es si Estados Unidos y el mundo podrán soportar el costo de este experimento político.

Fuente: El Heraldo de México