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18 de abril de 2025 a las 08:05

Sudáfrica: ¡La Cuna de la Humanidad te espera!

Imagine adentrarse en la profunda oscuridad de las cuevas de Sterkfontein, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido hace millones de años. Reabiertas esta semana, estas cavernas sudafricanas no son simplemente un atractivo turístico, son una ventana al pasado, un viaje a la Cuna de la Humanidad. Aquí, cada roca, cada estalactita, susurra historias de nuestros ancestros, los Australopithecus, cuyos fósiles han convertido este lugar en un tesoro arqueológico de valor incalculable, reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Visualicen a Itumeleng Molefe, sentado pacientemente sobre sacos de arena, con la meticulosidad de un artesano, retirando delicadamente la tierra con un cepillo. Su búsqueda no es oro ni diamantes, sino algo mucho más valioso: las claves ocultas que desvelan los secretos de nuestra evolución. A su alrededor, los visitantes contemplan con asombro las formaciones rocosas milenarias, mientras la imaginación les transporta a un tiempo remoto donde el hombre daba sus primeros pasos.

Situadas a 50 kilómetros al noroeste de Johannesburgo, estas cuevas, tras un cierre de tres años debido a una inundación, reabren sus puertas con una experiencia renovada, ofreciendo a los visitantes una oportunidad única: ser testigos del trabajo científico en directo. El complejo, ubicado dentro del Sitio Patrimonio Mundial Cuna de la Humanidad, es un yacimiento excepcionalmente rico en fósiles y herramientas prehistóricas.

Para Molefe, de 40 años, cada día es una nueva aventura. "Mi meta es encontrar aquí huesos importantes", confiesa con pasión. Su mayor tesoro hasta la fecha, un hueso de mano de un antiguo homínido, le conecta con la historia de sus antepasados. Su padre, parte del equipo que desenterró el icónico esqueleto de "Pie Pequeño", le transmitió la fascinación por desentrañar los misterios del pasado.

"Pie Pequeño", el espécimen más completo de un ancestro humano jamás encontrado, con una antigüedad estimada entre 1.5 y 3.7 millones de años, es la joya de la corona de Sterkfontein. Perteneciente a la familia de los Australopithecus, "el simio del sur", este esqueleto representa un eslabón crucial en la cadena evolutiva, un puente entre nuestros parientes primates y el Homo sapiens. Su mezcla de características simiescas y humanas nos recuerda de dónde venimos y el largo camino recorrido.

La reapertura de las cuevas marca un hito en la forma en que compartimos la historia de nuestros orígenes. Nithaya Chetty, decano de la facultad de ciencias de la Universidad de Witwatersrand, encargada de la gestión del sitio, destaca la importancia de esta nueva etapa. "Los visitantes ahora tienen oportunidades únicas de interactuar con la ciencia y la investigación vivas, todo ocurriendo en tiempo real", afirma con entusiasmo.

Antes de la pandemia, las cuevas recibían hasta 100 mil visitantes al año. El cierre forzoso dejó un vacío en la comunidad, recuerda con nostalgia Dominic Stratford, profesor de arqueología de Witwatersrand, evocando la imagen de los autobuses escolares llenos de niños ávidos de conocimiento.

El museo anexo a las cuevas alberga una exposición temporal de fósiles, donde se puede admirar a la "Señora Ples", el cráneo más completo de un Australopithecus africanus, descubierto en 1947 en Sudáfrica.

Trevor Butelezi, guía turístico de 34 años, conduce a los visitantes a través de los 2.5 kilómetros de galerías subterráneas. Su voz resuena en las paredes mientras describe con pasión la belleza del lugar y la importancia de su significado histórico. "Realmente es una hermosa cavidad. África da origen a la humanidad y eso no es algo menor", declara con orgullo.

Para aquellos que deseen contemplar el esqueleto original de "Pie Pequeño", la espera se prolongará hasta septiembre. Este tesoro paleontológico, cuya excavación y ensamblaje requirió dos meses de arduo trabajo, se exhibe únicamente en ocasiones especiales.

Visitar las cuevas de Sterkfontein es una experiencia transformadora, una oportunidad para conectar con nuestras raíces y comprender el fascinante viaje de la evolución humana. Es un recordatorio de que todos somos parte de una historia que comenzó hace millones de años en el corazón de África.

Fuente: El Heraldo de México