
18 de abril de 2025 a las 09:15
Domina tu estilo, no tus zapatos.
La aparente calma que precede a la tormenta electoral disfrazada de “participación ciudadana” nos obliga a una profunda reflexión. ¿De qué tipo de democracia hablamos cuando la esencia misma del poder judicial, su independencia e imparcialidad, se ve amenazada por la sombra alargada del partido en el poder? No se trata de una simple elección, sino de una maniobra política meticulosamente orquestada para tejer una red de control que ahoga la voz disidente y somete a las instituciones a los caprichos del régimen.
Recordemos el turbio escenario que dio origen a esta farsa. La compra de voluntades en el Senado, el manoseo de las leyes, la flagrante violación de los principios democráticos… ¿Es este el legado que queremos dejar a las futuras generaciones? Un sistema donde la justicia se subasta al mejor postor y donde el "mandato del pueblo" no es más que una máscara para ocultar la ambición desmedida de poder.
La apatía ciudadana ante esta convocatoria no es casualidad. Es el reflejo del desencanto, de la profunda desconfianza que ha sembrado este gobierno con sus acciones. Un gobierno que prioriza la conquista del poder por encima del bienestar de la población, que desvía la atención de los problemas urgentes –la inseguridad rampante, la crisis migratoria, la precariedad económica– para concentrarse en la consolidación de su hegemonía.
Mientras el pueblo clama por soluciones reales a sus problemas, el régimen se afana en cooptar cada rincón del aparato estatal, desde el INE hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La exclusión de la presidenta de la Corte en eventos republicanos durante el sexenio anterior es un síntoma preocupante de esta tendencia autoritaria, un presagio de lo que vendría.
La "elección" judicial es un eslabón más en esta cadena de manipulación. Una estrategia para controlar la justicia, para silenciar las voces críticas y perpetuar el régimen. Una burla a la democracia que se viste con el manto de la participación ciudadana.
No podemos permanecer impasibles ante este atropello. Debemos alzar la voz, denunciar la farsa y exigir un sistema judicial verdaderamente independiente, un sistema que garantice la justicia para todos, no solo para los aliados del poder. El futuro de nuestra democracia está en juego. No permitamos que la ambición de unos pocos destruya lo que tanto nos ha costado construir. La lucha por una justicia imparcial es la lucha por la libertad, por un México donde el poder resida en el pueblo, no en las manos de una élite política. Es nuestro deber, como ciudadanos responsables, defender la integridad de nuestras instituciones y exigir un futuro donde la justicia sea ciega e imparcial.
Fuente: El Heraldo de México