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18 de abril de 2025 a las 23:20

¡Basta de bullying!

La viralización de este video nos obliga a reflexionar sobre la profunda problemática del acoso escolar y la responsabilidad que tenemos todos, no solo los docentes, sino también los padres, los alumnos y la sociedad en su conjunto, para erradicarlo. Si bien el estallido emocional de la profesora puede generar debate sobre las formas de abordar la situación, pone de manifiesto la impotencia y la frustración que sienten muchos educadores ante la persistencia del bullying. ¿Acaso no es comprensible su reacción al ver a un alumno humillado y vulnerable? ¿No refleja su grito de desesperación la urgencia de tomar medidas contundentes contra esta lacra?

Imaginemos por un momento la angustia de ese joven, llegando a clase con la ilusión de aprender, de compartir con sus compañeros, y encontrándose, en cambio, con la crueldad y el desprecio. Un simple gorro, un detalle insignificante, se convierte en el pretexto para el escarnio público. ¿Cómo puede un niño concentrarse en sus estudios, desarrollar su potencial, si vive con el miedo constante a la burla, a la agresión? El bullying no solo deja cicatrices emocionales profundas, sino que también afecta el rendimiento académico y el desarrollo social de las víctimas.

La pregunta de la alumna, "¿pero qué hacía llevando ese gorro?", es aún más preocupante. Revela una normalización de la violencia, una justificación del acoso basada en la apariencia, en la diferencia. Nos hace preguntarnos: ¿en qué momento perdimos la empatía, la capacidad de ponernos en el lugar del otro? ¿Cuándo se volvió aceptable humillar a alguien por su forma de vestir, por sus gustos, por su forma de ser? Esta actitud no solo perpetúa el bullying, sino que también crea un ambiente tóxico en el aula, donde el respeto y la tolerancia brillan por su ausencia.

El video, aunque breve, nos muestra una realidad cruda y dolorosa. Más allá de la discusión sobre la reacción de la profesora, debemos centrarnos en lo esencial: la necesidad de prevenir y combatir el bullying de forma efectiva. No basta con campañas esporádicas o charlas informativas. Necesitamos una educación en valores, una formación integral que promueva la empatía, el respeto y la resolución pacífica de conflictos. Los padres también tienen un rol fundamental en la educación de sus hijos, enseñándoles la importancia de la tolerancia y la no discriminación.

Es imprescindible crear un entorno escolar seguro y acogedor, donde todos los alumnos se sientan protegidos y respetados. No podemos permitir que el miedo y la humillación sean parte del día a día de nuestros jóvenes. El caso de este alumno, y la reacción de su profesora, nos interpelan a todos. Es hora de actuar, de dejar de ser meros espectadores y convertirnos en agentes de cambio. El futuro de nuestros hijos está en juego.

Fuente: El Heraldo de México