La tranquilidad del campus principal de la Universidad Estatal de Florida (FSU) en Tallahassee se vio brutalmente interrumpida la tarde del jueves 17 de abril. Un tiroteo, que ahora se describe como una escena del crimen activa, dejó una estela de dolor y miedo, con un saldo de dos fallecidos y seis heridos. La conmoción se amplificó al conocerse la identidad del presunto autor de los disparos: Phoenix Ikner, de 20 años, hijo de la sheriff local, Jessica Ikner. Según las primeras investigaciones, el joven habría utilizado un arma perteneciente a su madre para perpetrar el ataque.

El pánico se apoderó del campus. Videos que circularon rápidamente en redes sociales mostraban a estudiantes corriendo desesperadamente en medio del caos, buscando refugio en salones y aulas. Incluso ante el llamado de la policía en las puertas, el miedo imperaba, y muchos decidieron no abrir ante la incertidumbre y el peligro inminente. La tensión se palpaba en el aire, mientras las sirenas de las patrullas rompían el silencio habitual de la tarde universitaria.

Las autoridades, incluyendo el Departamento de Policía de Tallahassee y otras agencias, respondieron con celeridad, acordonando el área y asegurando el perímetro. El Centro Cívico Donald L. Tucker se convirtió en un improvisado refugio para los estudiantes, quienes eran trasladados en autobuses escolares desde distintos puntos del campus. La escena era desgarradora: rostros llenos de angustia, incertidumbre y la palpable necesidad de contactar con sus seres queridos.

La noticia resonó a nivel estatal e incluso nacional. La etiqueta "Florida State" se convirtió en tendencia en redes sociales, donde se compartían actualizaciones, videos del incidente y mensajes de apoyo a la comunidad universitaria. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, no tardó en expresar su solidaridad a través de un mensaje en su cuenta de X (antes Twitter): "Nuestras oraciones están con nuestra familia de FSU y la policía estatal está respondiendo activamente al incidente". Palabras de consuelo ante una tragedia que ha dejado una profunda herida en la comunidad.

Las investigaciones se centran ahora en desentrañar los motivos que llevaron a Phoenix Ikner a cometer este acto de violencia. Según informes, el joven se ha mantenido en silencio ante los investigadores, lo que añade un velo de misterio a un suceso ya de por sí trágico. Mientras tanto, la identidad de la segunda víctima fatal aún no ha sido revelada, a la espera de la notificación oficial a sus familiares.

La Universidad Estatal de Florida se enfrenta ahora a la difícil tarea de recuperarse de este trauma. El apoyo psicológico a los estudiantes y al personal se convierte en una prioridad, mientras la comunidad universitaria intenta procesar el dolor y la conmoción. El incidente reabre el debate sobre la seguridad en los campus universitarios y el acceso a las armas de fuego, un tema recurrente y doloroso en la sociedad estadounidense. La sombra de la tragedia se cierne sobre Tallahassee, mientras la búsqueda de respuestas continúa.