El mundo de la belleza mexicana está de luto. Silvia Galván, la estilista que peinó a las estrellas y transformó la industria con su visión innovadora, nos ha dejado a los 70 años. Su partida, ocurrida este miércoles 16 de abril, ha conmovido profundamente al medio artístico y a todos aquellos que tuvieron la fortuna de conocer su talento y calidez humana.

En medio del dolor, su hija mayor, Jessica Galván, con la entereza que caracteriza a su familia, compartió con la prensa algunos detalles sobre los últimos días de su madre y la batalla que libró contra un agresivo cáncer gástrico. Con la voz quebrada por la emoción, pero con la firmeza de quien honra la memoria de una guerrera, Jessica relató cómo, a pesar del devastador diagnóstico recibido a inicios de marzo, Silvia Galván decidió enfrentar la enfermedad con la misma determinación que la llevó a la cima del éxito. "No me voy a rendir", fueron las palabras de la estilista al conocer su pronóstico, una declaración que resume su espíritu inquebrantable.

Jessica describió cómo, tras el diagnóstico, Silvia regresó a México y se mantuvo activa, haciendo ejercicio diariamente y rodeada del cariño de su familia. "La veía fuerte, la veía bien", comentó Jessica, recordando con nostalgia esos momentos que les permitieron aferrarse a la esperanza. Sin embargo, un procedimiento renal realizado el lunes, seguido de una sesión de quimioterapia el martes, debilitaron a la estilista, quien finalmente sufrió un infarto que puso fin a su vida.

A pesar del sufrimiento, Silvia Galván vivió sus últimos días con la serenidad que le proporcionaba su profunda fe. "Estaba viendo sus series, leyendo su devocional… estaba contenta, la estábamos apapachando mucho", relató Jessica, pintando un cuadro íntimo y conmovedor de la estilista en la tranquilidad de su hogar. "Fue muy feliz", aseguró, destacando que el único día realmente difícil fue el de la quimioterapia, que marcó el inicio del declive.

Jessica compartió también la fortaleza espiritual de su madre, quien, aunque no se sentía lista para partir, enfrentó la situación con valentía y resignación. "No estoy lista, pero estoy preparada", era la frase que repetía Silvia, demostrando una admirable aceptación del destino que le esperaba. Sin miedo ni resentimientos, la estilista se aferró a la vida con la misma pasión que dedicó a su profesión, pero sin oponer resistencia al inevitable desenlace.

Ante la inevitable pregunta sobre el legado de Silvia Galván, tanto Jessica como su hermana Erika aseguraron que la empresa familiar continuará, respaldada por un sólido equipo de profesionales que ha trabajado junto a la estilista durante años. Más allá del negocio, las hijas de Silvia se comprometieron a preservar su esencia, esa "única e irrepetible" marca personal que la convirtió en un ícono de la belleza. "Esa es la parte donde entramos mi hermana y yo", afirmó Jessica, con la convicción de quienes asumen la responsabilidad de mantener viva la llama del talento y la pasión de su madre. La partida de Silvia Galván deja un vacío irreparable en el mundo de la belleza, pero su legado, su inspiradora historia de lucha y su inigualable esencia, permanecerán vivos en la memoria de todos aquellos que la admiraron y en el trabajo de quienes continuarán su obra.