Un escalofriante silencio se cierne sobre San Luis Potosí. La tragedia que comenzó con el hallazgo del pequeño de siete años, sin vida en su hogar en el fraccionamiento La Libertad, ha dado un giro aún más desolador. El eco de la noticia inicial, que resonó con la fuerza de un trueno el pasado sábado 13 de abril, relataba el descubrimiento del cuerpo del menor en una vivienda de la calle Cerrada de Alcatraz. La sospecha de estrangulamiento, como causa del fallecimiento, heló la sangre de la comunidad potosina, dejando una estela de interrogantes y un profundo dolor.

Desde el primer momento, la Fiscalía General del Estado de San Luis Potosí (FGESLP) desplegó a sus agentes de la Policía de Investigación (PDI), quienes, como piezas meticulosas de un reloj, comenzaron a recabar información, siguiendo cada pista, cada indicio, con la esperanza de arrojar luz sobre la oscuridad que envolvía este terrible suceso. La necropsia practicada al pequeño en la Vicefiscalía Científica se convirtió en una pieza clave de este rompecabezas macabro, alimentando la carpeta de investigación con datos cruciales para la resolución del caso.

Las miradas, inevitablemente, se posaron sobre la madre del niño. Era la pieza central del enigma, la figura rodeada de un halo de misterio y dolor. Las autoridades, con la cautela que exige la justicia, la sometieron a un interrogatorio, buscando respuestas, intentando desentrañar la verdad oculta tras la muerte del pequeño. Sin embargo, el destino, caprichoso y cruel, tenía preparado un nuevo acto en esta tragedia.

La tarde del miércoles 16 de abril, la ciudad volvió a estremecerse. El cuerpo sin vida de una mujer de 30 años fue encontrado en el puente peatonal de la colonia Ciudad 2000. La confirmación de la FGESLP cayó como una losa: se trataba de la madre del niño. Un nuevo golpe, un nuevo interrogante, una nueva capa de dolor que se sumaba a la herida abierta de la comunidad.

Junto al cuerpo de la mujer, una nota. Un último mensaje, un grito silencioso en medio del abismo. En ella, la mujer aseguraba haber dejado recursos para cubrir los gastos funerarios de su hijo. Un detalle desgarrador que abre un abanico de hipótesis y siembra aún más dudas sobre los motivos que la llevaron a tomar tan drástica decisión. ¿Culpa? ¿Desesperación? ¿Presión? Las preguntas se multiplican, mientras las autoridades continúan trabajando para reconstruir los hechos, buscando respuestas en un laberinto de dolor y misterio.

¿Qué llevó a esta madre a un acto tan extremo? ¿Fue la presión de la investigación? ¿O acaso guardaba un secreto aún más oscuro? La investigación continúa, mientras San Luis Potosí llora la pérdida de un niño y su madre, dos vidas truncadas en una tragedia que ha conmocionado a toda la comunidad. El caso, sin duda, seguirá generando debate y especulación hasta que la verdad, por dolorosa que sea, salga a la luz. Mientras tanto, solo queda esperar, con la esperanza de que la justicia, finalmente, prevalezca.