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17 de abril de 2025 a las 09:10
Salva la totoaba: ¡Adopta una!
El Golfo de California, un tesoro de biodiversidad, alberga a la totoaba, un pez majestuoso que puede alcanzar los dos metros de longitud y vivir hasta medio siglo. Sin embargo, este gigante del mar, endémico de estas aguas, se encuentra en una situación precaria. Su historia se entrelaza con la llegada de la comunidad china a México a finales del siglo XIX, quienes encontraron en el buche de la totoaba un ingrediente preciado para su gastronomía, atribuyéndole propiedades casi míticas. Las crónicas de la época pintan un panorama desolador: playas del Alto Golfo cubiertas de los restos de totoabas, descartadas tras la extracción de sus buches, codiciados para la elaboración de una sopa tradicional.
La demanda de este peculiar ingrediente se intensificó con el auge de la comunidad china en California, Estados Unidos. En aquellos años, miles de inmigrantes chinos contribuyeron a la construcción de ferrocarriles y al desarrollo agrícola del estado. Su éxito en diversas actividades productivas, incluyendo el comercio, provocó tensiones y restricciones migratorias por parte del gobierno estadounidense. Muchos chinos cruzaron la frontera hacia México, estableciéndose en regiones cercanas al Golfo de California. Este flujo migratorio incrementó la presión sobre la totoaba, impulsando una pesca desmedida que la ha llevado al borde del colapso.
Afortunadamente, la esperanza renace en las aguas del Golfo. Diversos proyectos de acuacultura, como el desarrollado en Baja California Sur, se han convertido en faros de conservación para la totoaba. Aplicando tecnología de vanguardia, el Instituto de Investigaciones Oceanológicas de la UABC ha logrado reproducir y criar totoabas en cautiverio, no solo para su comercialización, sino también para repoblar el Golfo. En laboratorios especializados, se cultivan microalgas que alimentan a las larvas en sus primeras etapas de vida. En tanques con ambientes controlados, las totoabas progenitoras dan origen a nuevas generaciones, que luego son trasladadas al mar para completar su crecimiento. Incluso se han implementado ingeniosos sistemas de criaderos submarinos que se sumergen ante la amenaza de tormentas, protegiendo a los peces de las inclemencias del tiempo.
La carne de totoaba de cultivo se ha convertido en un manjar cada vez más apreciado por su exquisito sabor y textura. Este éxito no solo representa una alternativa sostenible a la pesca indiscriminada, sino que también impulsa la economía local. Pero la labor de conservación va más allá de la producción. Cada año, en el mes de junio, se lleva a cabo una emotiva ceremonia de liberación de totoabas en las playas cercanas a Loreto, Baja California. Con la participación de voluntarios comprometidos, miles de jóvenes totoabas regresan a su hábitat natural, llevando consigo la promesa de un futuro más próspero para la especie. El impacto de estas liberaciones es tangible: se han encontrado ejemplares provenientes de las granjas del sur en las aguas de San Felipe, al norte del Golfo, demostrando la capacidad de la especie para repoblar su antiguo territorio. Estos esfuerzos conjuntos de ciencia, tecnología y compromiso comunitario nos brindan la esperanza de preservar a la totoaba, un símbolo de la riqueza biológica del Golfo de California, para las generaciones futuras.
Fuente: El Heraldo de México