
17 de abril de 2025 a las 08:20
Reclama su herencia cultural
La historia del monolito Hui Tarala, también conocido como El Sacerdote o la Estela de Juchitán, nos confronta con una realidad incómoda: el expolio cultural que aún sufren comunidades indígenas en México. No se trata simplemente de objetos antiguos exhibidos en vitrinas iluminadas, sino de la extirpación de la memoria, la identidad y la cosmovisión de un pueblo. El documental de Jorge Ángel Pérez, Los antiguos zapotecas, arroja luz sobre esta problemática, revelando las capas de complejidad que envuelven el hallazgo y posterior traslado de este monolito al Museo Nacional de Antropología e Historia. La película se convierte en un vehículo para la reivindicación, no solo del monolito en sí, sino también de la verdad histórica en torno a su descubrimiento. Durante décadas, la figura de Hui Tarala se asoció al hallazgo, perpetuando una confusión que el documental se encarga de desentrañar. A través de la voz de Ta Cándido, el verdadero descubridor, se reconstruye la narrativa original, devolviéndole el crédito que le corresponde y otorgándole a la comunidad de Juchitán la posibilidad de reclamar su patrimonio.
La confusión en torno al descubridor del monolito no es un detalle menor. Ilustra cómo las narrativas oficiales pueden eclipsar las historias locales, silenciando a quienes son los verdaderos custodios de la memoria colectiva. El testimonio de Ta Cándido, rescatado por el cineasta Pérez, nos permite comprender la profunda conexión que existe entre la comunidad de Juchitán y el monolito. No es un simple objeto arqueológico, sino un símbolo de su historia, su cosmovisión y su vínculo con el territorio. Su extracción representa una herida abierta, una pérdida que trasciende lo material y se adentra en el corazón mismo de su identidad. La lucha por la repatriación del monolito no es, por tanto, una simple disputa por la posesión de un objeto, sino la expresión de un anhelo profundo por recuperar una parte esencial de sí mismos.
La iniciativa de los intelectuales en la década de los 80, la petición formal del municipio en 2016, y la incansable labor de personas como Edith Guerra, coordinadora del Museo de Sitio, demuestran la perseverancia de la comunidad de Juchitán en su lucha por el regreso del monolito. La respuesta negativa del INAH, sin embargo, pone de manifiesto las dificultades que enfrentan las comunidades indígenas para recuperar su patrimonio cultural. Se plantea un dilema complejo: ¿dónde reside el verdadero valor de estas piezas? ¿En la vitrina de un museo, bajo la mirada de estudiosos y turistas, o en el seno de la comunidad a la que pertenecen, donde pueden seguir cumpliendo su función social y espiritual? La película de Pérez nos invita a reflexionar sobre esta cuestión, a cuestionar las narrativas hegemónicas y a escuchar las voces de quienes han sido silenciados. La inclusión de Los antiguos zapotecas en el programa de Ambulante, un festival que lleva el cine documental a diferentes rincones del país, amplia el alcance de esta historia y permite que más personas se sensibilicen con la lucha de Juchitán. Es una oportunidad para generar un diálogo constructivo sobre el patrimonio cultural, la identidad y el respeto a las comunidades indígenas.
Fuente: El Heraldo de México