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17 de abril de 2025 a las 23:05

Justicia para Sara: Su madre exige la verdad

El silencio que rodea la muerte de Sara Millerey González Borja se ha roto con el desgarrador testimonio de su madre, Sandra, en el podcast Más Allá del Silencio. Sus palabras pintan un retrato vívido de una joven llena de vida, aferrada a su fe y luchando por vivir auténticamente a pesar de la constante discriminación que enfrentaba por ser una mujer trans. Un testimonio que no solo conmueve, sino que también nos obliga a reflexionar sobre la violencia y el prejuicio que aún persisten en nuestra sociedad.

Sandra recuerda con cariño la profunda conexión de Sara con la religión, un refugio en medio de la tormenta de insultos y agresiones que sufría a diario. Desde muy joven, Sara tuvo clara su identidad, eligiendo su nombre con valentía a los 15 años. Esta valentía, sin embargo, no la blindaba del dolor infligido por una sociedad que no aceptaba su forma de ser. "Ella solo quería ser ella, ser feliz, ser alegre", repite Sandra, con la voz quebrada por el dolor, destacando la nobleza y la luz que irradiaba su hija.

La vida que compartían madre e hija en una humilde casa rentada era un testimonio de su amor y unión. Un vínculo que se fortalecía ante la adversidad. Sandra relata cómo Sara, a pesar de intentar ignorar los constantes ataques, a veces se veía obligada a defenderse, preguntando a sus agresores el motivo de tanto odio. Un cuestionamiento que resuena en el vacío dejado por su ausencia, interpelándonos como sociedad.

El día de la tragedia, Sandra recibió la devastadora noticia: Sara había sido brutalmente agredida y arrojada a la Quebrada. La violencia, esta vez, había sobrepasado todos los límites. "Fue por eso, por querer ser Sara Millerey", sentencia Sandra, resumiendo la crueldad de un crimen motivado por el odio y la intolerancia.

La imagen de Sara luchando por su vida en la Quebrada, con personas intentando rescatarla de la corriente, es desgarradora. La llegada de los bomberos, el traslado al hospital, la última mirada de Sara a su madre, pidiendo agua antes de morir sin revelar el nombre de sus agresores, son escenas que permanecen grabadas en la memoria de Sandra, y que ahora, a través de su testimonio, se graban también en la nuestra.

Las heridas de Sara, descritas con crudeza por su madre, son un testimonio mudo de la brutalidad del ataque. Brazos fracturados, una profunda herida en la nuca, un "hueco" en la cabeza, costillas rotas, un pulmón destrozado. Un cuerpo martirizado que refleja el odio dirigido hacia su identidad. "Me miró y me dijo 'mamá me voy a morir'", recuerda Sandra, reviviendo el momento más doloroso de su vida.

El testimonio de Sandra es un llamado a la justicia, a la reflexión y al cambio. Un recordatorio de que la discriminación y la violencia contra las personas trans son una realidad que debemos combatir. Sara Millerey González Borja no solo era una hija, era una joven con sueños, con fe y con un corazón lleno de amor. Su historia no debe quedar en el olvido. Su nombre debe resonar como un grito de justicia, un llamado a la tolerancia y al respeto por la diversidad. La lucha por una sociedad más justa e inclusiva continúa, en memoria de Sara y de todas las víctimas de la violencia y la discriminación.

Fuente: El Heraldo de México