
17 de abril de 2025 a las 03:00
Justicia para María José y todas las víctimas
El silencio en la Primera Cerrada 16 de septiembre, en la colonia La Cruz Coyuya, alcaldía Iztacalco, solía ser interrumpido por la risa de María José. Hoy, ese silencio es un recordatorio constante de su ausencia, un vacío que se agudiza con el paso del tiempo. Apenas 15 personas, almas unidas por el dolor y la indignación, se congregaron frente al número 18, donde un altar improvisado se convertía en el epicentro de una misa en honor a la joven de 17 años, brutalmente arrebatada de este mundo por Miguel "N", el ahora fallecido feminicida de Iztacalco. Las palabras del padre Bruno Hernández, cargadas de un profundo pesar, buscaban, aunque fuera por un instante, aliviar el sufrimiento de quienes conocieron a María José, una joven cuya vida fue truncada de la manera más cruel.
La justicia, esa palabra que resonaba en los corazones de los presentes, se ha convertido en una amarga ironía. A pesar de la captura de Miguel "N", el proceso legal se estancó, negándole a María José y a su familia la posibilidad de un juicio, de una sentencia, de una pizca de cierre. El feminicida, un químico de profesión, cargaba sobre sus hombros un historial de violencia contra las mujeres, un historial que las autoridades parecían ignorar, un historial que culminó con el asesinato de María José y al menos siete mujeres más. Las pruebas encontradas en su domicilio, mudos testigos de la barbarie, pintaban un cuadro aterrador de sus crímenes, crímenes que él nunca reconoció, nunca lamentó.
La sombra de la impunidad se extiende como una mancha oscura sobre este caso. La burla, el cinismo, la crueldad de Miguel "N" trascendieron incluso los muros de la prisión. Desde el Reclusorio Varonil Oriente, se comunicó con la hermana de María José, no para expresar arrepentimiento, sino para regodearse en su acto atroz, recordándole el aniversario del crimen. Un acto de perversidad que dejó al descubierto la falta de humanidad del feminicida, como confirmó la abogada Erendali Trujillo, quien acompaña legalmente a la madre de María José, Cassandra, en su búsqueda incansable de justicia.
El recuerdo del feminicidio de María José aún estremece a la comunidad. La imagen de Miguel "N", vecino de la familia, aprovechando la ausencia de la madre para entrar al domicilio, abusar de la joven y, al ser descubierto, apuñalarla brutalmente, es una herida abierta en la memoria colectiva. La madre de María José, al regresar a casa, se encontró con una escena de horror indescriptible, y aunque Miguel "N" intentó también atacarla, sus gritos de auxilio impidieron una segunda tragedia.
La muerte de Miguel "N", tras una caída en su celda que le provocó un paro cardiorrespiratorio, lejos de traer paz, ha generado una sensación de vacío y frustración. La justicia terrenal le fue esquiva a María José y a las otras víctimas. Las llamadas de Miguel "N" a las familias, no solo a la de María José, sino a las de otras mujeres asesinadas, días antes de su muerte, fueron un último acto de crueldad, un recordatorio constante de la impunidad que prevalece. Ahora, solo queda la esperanza de que, en algún lugar, María José y las demás víctimas encuentren la justicia que les fue negada en vida. La lucha por la justicia, por la memoria, por un futuro donde ninguna mujer tenga que temer a la violencia, continúa.
Fuente: El Heraldo de México