18 de abril de 2025 a las 00:10
Jesús, ¿víctima de la corrupción?
La figura de Jesús, a través de los tiempos, ha sido objeto de innumerables análisis, desde los teológicos hasta los históricos. Manuel Salinas, reconocido analista político, aporta una perspectiva singular al calificar el enjuiciamiento de Jesús como una "chicanada", un proceso político plagado de irregularidades que lo convierten, en sus palabras, en un reo político. Su análisis, basado en fuentes históricas y religiosas, nos invita a reflexionar sobre la justicia y el poder en el contexto de la época.
Salinas, colaborador de Heraldo Radio Tepic, argumenta que el proceso judicial que enfrentó Jesús estuvo lleno de embrollos y trampas leguleyas, recordando las palabras de Ignacio L. Vallarta, quien en 1858 describió la influencia de Jesús como la revolución más profunda de la historia. Para sustentar su afirmación, Salinas destaca la detención de Jesús sin una orden de arresto, una violación flagrante al debido proceso. Ninguno de los evangelios, señala, menciona la existencia de tal orden, a pesar de ser obligatoria según la ley judía. La detención nocturna, en el apartado Monte de los Olivos, con la ayuda de un delator, acentúa la naturaleza irregular del procedimiento.
Citando la obra de David Roofs, "Jesús en su tiempo", Salinas subraya la ilegalidad del uso de delatores en el derecho judío, práctica expresamente prohibida en el Levítico. Esta prohibición, argumenta, contextualiza las negaciones de Pedro antes del canto del gallo. No se trataba solo de miedo, sino también de una posible complicidad con una práctica legalmente reprobable.
Las irregularidades, según Salinas, continuaron durante la instrucción del proceso. La audiencia extrajudicial ante Anás, ex sumo pontífice sin jurisdicción religiosa, pero con gran poder tras el trono, marca otra violación al debido proceso. Anás, el auténtico poder detrás de la escena, interroga a Jesús y, tras atarlo, lo envía a Caifás, quien sí tenía, aunque limitadas, atribuciones religiosas. Caifás, reunido con escribas y fariseos, interroga nuevamente a Jesús, siguiendo las instrucciones de Anás de encontrarle culpable de blasfemia.
La nocturnidad de estos eventos, en la noche del jueves, contraviene el derecho procesal judío, que exigía la realización de tales actos durante el día. La sentencia condenatoria, a pesar de que Jesús evitó autodeclararse hijo de Dios para no incurrir en blasfemia, parece provenir, según algunos expertos citados por Salinas, de su silencio y su renuencia a defenderse. La respuesta de Jesús a la pregunta sobre su divinidad, "¿Ustedes dicen que lo soy?", muestra su cautela y su rechazo a una autoincriminación directa.
El análisis de Salinas nos invita a ir más allá de la narrativa religiosa tradicional y a examinar el proceso judicial de Jesús con una mirada crítica, considerando el contexto político y legal de la época. Su perspectiva plantea interrogantes cruciales sobre la justicia, el poder y la manipulación en un momento histórico de gran trascendencia. ¿Fue Jesús víctima de una conspiración política? ¿Se manipularon las leyes para silenciar una voz disidente? El debate sigue abierto y las reflexiones de Salinas nos proporcionan valiosas herramientas para comprender la complejidad de este evento histórico.
Fuente: El Heraldo de México