
18 de abril de 2025 a las 00:25
¡Extorsión en CDMX! Actúa así.
La extorsión, una sombra que acecha en los rincones de nuestra sociedad, se alimenta del miedo y la vulnerabilidad. Se viste con mil máscaras, muta y se adapta a las nuevas tecnologías, pero su esencia permanece inmutable: el lucro a través de la intimidación. Desde la frialdad de una llamada telefónica hasta la amenaza directa, cara a cara, el extorsionador teje su red de engaños con la precisión de un artesano del terror.
El teléfono, herramienta de comunicación esencial en nuestro día a día, se convierte en un arma en manos de estos criminales. Una voz desconocida, un tono amenazante, una historia cuidadosamente construida para sembrar el pánico. Fingen ser policías, funcionarios, empleados de instituciones respetables. Apelan a la autoridad, a la urgencia, a la necesidad de actuar rápido para evitar una supuesta tragedia. Exigen dinero, información, silencio. Juegan con nuestras emociones, con el miedo a las consecuencias, con la incertidumbre. Nos roban la tranquilidad, la seguridad, la confianza.
Pero la extorsión no se limita al mundo virtual. En las calles, en los negocios, la amenaza se materializa en rostros intimidantes, en armas, en la promesa de violencia. El "cobro de piso", una de las modalidades más comunes de extorsión directa, asfixia a comerciantes y emprendedores, obligándolos a pagar por el "derecho" a trabajar, a existir. Un impuesto al miedo que corroe el tejido social y perpetúa la impunidad.
Las tácticas de los extorsionadores son cada vez más sofisticadas. Investigan a sus víctimas, recopilan información personal, estudian sus debilidades. Se aprovechan de la ingenuidad, de la desesperación, de la falta de conocimiento. Construyen escenarios tan creíbles que resulta difícil discernir la realidad de la ficción. Nos hacen dudar de nosotros mismos, de nuestra capacidad de juicio.
Ante esta amenaza latente, la información es nuestra mejor arma. La prevención, nuestro escudo protector. Nunca, bajo ninguna circunstancia, debemos proporcionar información personal o financiera a desconocidos que nos contactan inesperadamente. Por muy convincente que sea su historia, por muy urgente que parezca la situación, debemos mantener la calma y verificar la identidad del interlocutor a través de canales oficiales.
Si recibimos una llamada sospechosa, la clave está en el control. No debemos dejarnos llevar por el pánico. Si preguntan "¿Con quién hablo?", respondamos con otra pregunta: "¿Con quién quiere hablar?". No revelemos nuestro nombre ni ningún dato personal. Tomemos el control de la conversación, exijamos información, cuestionemos la legitimidad de la llamada. Si la persona insiste, cortamos la comunicación y reportamos el incidente a las autoridades competentes.
La lucha contra la extorsión es una tarea colectiva. Debemos romper el silencio, compartir nuestras experiencias, alertar a nuestros familiares y amigos. La educación, la concienciación y la colaboración ciudadana son fundamentales para erradicar este flagelo que amenaza nuestra seguridad y nuestro bienestar. No permitamos que el miedo nos paralice. Informémonos, protejámonos y denunciemos. Juntos podemos construir una sociedad más segura, libre de la sombra de la extorsión.
Fuente: El Heraldo de México